Nuestra infraestructura: retrato de falsas promesas y despilfarro
Luis Vásquez*
Sin importar por dónde circulemos o el medio de transporte que utilicemos, la realidad de nuestras calles es frustrante.
El Reporte Global de Competitividad 2015-2016 del Foro Económico Mundial nos ubica en los últimos lugares de América Latina en materia de infraestructura, principalmente en la calidad de las carreteras.
La mala calidad de la infraestructura es un obstáculo para el desarrollo e incide negativamente en los estándares de competitividad internacional del país. Las vías desgastadas impiden el acceso a los mercados y socava la producción nacional. Urge la inversión en los puertos nacionales, las carreteras y los aeropuertos para convertirlas en una red eficiente que contribuya a la producción nacional, exportaciones e importaciones y garantice el ingreso de turismo. Sin una adecuada infraestructura no hay reactivación económica, sin reactivación económica no hay empleo y sin empleo no se puede salir de la pobreza.
Despilfarro. Nuestras deficiencias en materia de infraestructura son producto de una ausencia de planificación, la incapacidad de gestión y del despilfarro de recursos en los proyectos de obra pública. Estos se diluyen entre un lento desembolso del dinero, que implica costos financieros elevados por concepto de comisiones, trabas institucionales y una inadecuada gestión en términos de planificación estratégica y capacidad técnica.
El mejor ejemplo es la gestión del Conavi: a pesar de la autonomía que se le otorgó para una gestión más eficiente, este órgano ha demostrado su ineficiencia y se ha convertido en una estructura burocrática disfuncional. La Contraloría General de la República presentó un informe, el pasado 25 de enero, en relación con los proyectos de construcción y mejoramiento de carreteras de la red vial nacional, señalando que: se incorporaron “trabajos no contemplados” en los diseños y cantidades de obra a ejecutar; en ningún caso se contrató la verificación de la calidad oportunamente; se gastaron ¢3.000 millones en 32 obras que no se sacaron a licitación y subrayó que todas las obras tardan más de 7 años entre el diseño y la licitación. También indicó que la mayoría de proyectos no cuenta con análisis de preinversión.
Es necesario que exista un consenso nacional, entre todos los actores políticos, gobierno e instituciones descentralizadas, con el fin de procurar una mejora sostenible en la red vial nacional, con altos estándares de calidad, procesos de licitación y expropiación más expeditos, una inversión pública robusta y la agilidad necesaria para el desembolso de los recursos financieros. Se requieren diseños de preinversión adecuados bajo estrictos controles de calidad y con plazo razonable. Lo anterior será posible mediante políticas de Estado, fundamentadas en una visión de desarrollo sostenible y la creación de un marco jurídico e institucional que garantice procesos fluidos y transparentes en materia de expropiaciones, licitaciones y contratos.
Falsas promesas: El Presidente prometió en campaña declarar emergencia nacional la infraestructura de nuestro país, reestructurar el MOPT y cerrar el Conavi y sus hermanas “perversas” (CTP y CNC). Casi dos años después, defrauda con falsas promesas.
La principal interrogante es: ¿Cómo hablar de gravar con más impuestos al pueblo, si los recursos públicos que aportamos son mal gastados y despilfarrados por distintas instituciones del gobierno?
*Diputado vicepresidente
de la Asamblea Legislativa
