Cuando conocemos a una persona con la que luego se desarrolla una relación amorosa no tenemos ninguna certeza de que dicha relación funcionará. Esto no es excepción, pues nunca a lo largo de la vida tenemos garantía de que las personas serán honestas, solidarias o en general buena gente con nosotros En algunos casos existen experiencias de vida tan dolorosas que dejan atrás una estela de estrategias y protocolos que pensamos nos protegerán de no vivir algo similar. Lo fallido de esta estrategia es que en el fondo no funciona, pues generalizamos ciertas características o señales en personas que son totalmente distintas y que no necesariamente tendrían que lastimarnos. Rescatar de la experiencia lo que nos ayuda a crecer y no quedar en un lugar de miedos y generalizaciones no es nada sencillo. Pues lo que resalta es lo que nos defraudó, lo que falló. Situación que nos hace perder de vista nuestra responsabilidad en la dinámica de la pareja y a veces nos deja como si hubiéramos sido testigos pasivos, siendo la realidad que ambos participamos activamente en la construcción de la relación, indistintamente de que haya funcionado o no. Los celos representan, la mayoría de las veces, una estrategia para cuidarnos de no sufrir por amor, de garantizarnos el amor del otro y de no sentirnos vacilados en cuanto a lo que estamos apostando en dicha relación. Sin embargo no nos damos cuenta de que tantas previsiones muchas veces generan que la otra persona se sienta atrapada, controlada, que se construya una atmósfera en la que no existe la confianza sino la verificación de cada movimiento.
Controlar no es amar, confiar es parte de lo subjetivo que es amar a alguien y se sustenta en algo que no surge de manera repentina sino que requiere el tiempo que genera la madurez de una relación. Ni siquiera el matrimonio o el noviazgo son sinónimo de que una relación está en un buen momento.
La buena comunicación, la franqueza, el sentir libertad de dar nuestra opinión respecto a algo, poder ser uno mismo sin ningún artilugio sino con total transparencia son bases que generan una relación en la que no nos sentimos exigidos a actuar de una manera en particular ni somos exigentes cambiando aspectos que la otra persona tiene.
Si percibimos celos en nuestra pareja o en nosotros mismos podemos asumirlos como una señal de alerta que debemos atender, pues difícilmente nos proporcionará el entorno para amar o ser amados.
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