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Opinión

Televisión tradicional, cable, Netflix: ¿quién ganará la batalla por más audiencia?

Lic. Antonio Alexandre García / Espectro

El mundo de la “televisión”, incluidos la llamada televisión “tradicional” (abierta, sin costo al usuario, con la simple conexión de una antena), cable (en sus diferentes modalidades), Netflix y sus competidoras llamadas OTTs (Over The Top, que son los accesos vía Internet a programas de video y audio sin la intervención de un operador local), IPTV (sistemas de televisión pagada vía Internet), DTH (Direct To Home, televisión satelital), y además todo el mercado “televisivo” que se pueda recibir de forma gratuita o pagada vía Internet como YouTube, entre otras empresas, han desatado un nuevo orden en el mundo de la “televisión”, o más técnicamente, la producción y consumo de lo audiovisual.

 

El tema ha sido tal vez el más importante en la reciente Expo Andina Link (que finalizó la pasada semana en Costa Rica) con la participación de diferentes panelistas. Bajo la coordinación del experto Gabriel Levy, de Colombia, un estudioso del tema, tanto doña Maryleana Méndez y Gilbert Camacho, de Sutel, como el viceministro de Telecomunicaciones, Emilio Arias, además de expertos de diferentes empresas dedicadas al mundo de la televisión, como Randall García, del Sinart, y representantes del sector privado, nacionales e internacionales, han sido contundentes en que hoy hay una gran “batalla” por la audiencia en los diferentes sistemas y opciones al público.

 

Uno de los aspectos más importantes de la discusión se ha centrado en el tema de la “regulación” de los diferentes servicios. Empresas como Netflix, por ejemplo, ingresan en el país vía Internet, no aportan ningún ingreso fiscal, laboral o social, y más bien representan una salida de divisas, mientras que las empresas de cable tradicionales (Cabletica, Tigo, Claro, Telecable, Teleplus, Cablevisión, entre otras nacionales o extranjeras y hasta localmente -en cantones- establecidas) no solamente tienen sus operaciones reguladas y controladas por el Estado, como además pagan diferentes impuestos relacionados con esa regulación, como canon de espectro, canon de regulación, Fonatel, CCSS, patentes, impuestos en el pago de programación, renta, ventas, entre otros, creando una “competencia” que, dependiendo de la óptica por la cual se la mire, podría ser considerada como una “competencia desleal”, que en el país es considerada como una práctica competitiva contraria a las leyes.

 

Y además ¿qué pasará con la televisión tradicional, aquella por la cual no se paga nada? (Teletica, Extra TV, Repretel, entre muchas otras 27 opciones únicamente en el Valle Central). En ese campo hay una gran esperanza: diferentes estudios sociológicos han demostrado que una gran cantidad de televidentes llegan cansados a su casa y prefieren no “escoger” (como en el caso de las ofertas de TV por Internet como Netflix) el programa a disfrutar en ese momento. Han pasado todo el día tomando decisiones en sus empresas, trabajos, no importa la posición que ocupen como colaboradores de sus empresas, pero prefieren que “alguien” escoja por ellos las opciones más “lógicas” para ese horario: lo que quieren es nada más sentarse o acostarse y pasar de canal en canal buscando algún programa que en ese momento sea de su interés.

 

Así que hay mucho todavía que pensar en cuanto al futuro de la televisión. Gabriel Levy ha señalado con sabiduría: cuando se creó la radio se pensaba que sería el fin de los periódicos (¿Por qué pagar por leer noticias si la radio me las da gratis y sin esfuerzo de leer?). Pero hasta hoy siguen las radios. Con la llegada de la televisión se pensaba en el fin de los periódicos y de las radios (¿Por qué pagar por algo que hoy recibo gratis y con imágenes?). Y las radios y los periódicos siguieron. Hoy sigue la disyuntiva: ¿Por qué pagar por programación o teniendo que “asistir” a publicidad si veo lo de la “tele” cuando quiero, como quiero, vía Internet? Bueno, hay todo un espectro de posibilidades e inquietudes: costo de “bajada de Internet” (en Costa Rica y el mundo cada vez más Internet se cobra por consumo, o “descarga”), tamaño de la pantalla (encuestas sociológicas y psicológicas han determinado que la atención en aparatos pequeños como “tablets” y celulares no da el mismo placer que una pantalla en la pared con entre 40 y 50 pulgadas). Y el costo de cualquier servicio, sea de “cable” (físico, satelital o por Internet), y las condiciones económicas de un país y de un ciudadano, cada vez más difíciles. Y también el papel de la “proximidad”, contenido comunal, que la televisión tradicional, con sus noticieros, programas deportivos “en vivo” ofrece de forma gratuita a los ciudadanos. En un momento en que el país de forma oportuna poco a poco traslada la televisión abierta y gratuita “analógica” a la TV Digital sin pago (TDT), con más opciones de contenido y calidad sin costo. ¡Es todo un tema a seguir discutiendo!

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Lunes 07 Septiembre, 2015

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