No a la violencia, sí a las aulas
Editorial
La violencia no es una repuesta válida en ningún caso. La Real Academia Española la define como “...acción violenta o contra el natural modo de proceder...”. Muchas personas encuentran en la violencia la única forma de solucionar sus problemas, pero hay otras maneras de arreglar las cosas.
Los jóvenes son calificados, por algunos sectores, como violentos o que están propensos a realizar actos agresivos. ¿De dónde surge esa percepción? Sin darnos cuenta, lo único que hacen los adolescentes es reproducir las cosas que hacen los adultos. Entonces, estamos frente a un espejo; un reflejo de lo que hacemos y ellos reproducen.
El Día Internacional de la Juventud impone un reto más para los adultos, que para los adolescentes. Mucha de esa violencia, que reproducen los jóvenes, se acuña en nuestros hogares, barrios y ciudades. Mucha de esa agresividad está llegando a las aulas y se traduce en deserción.
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud, cumpliendo de esa forma con la recomendación de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud. La declaratoria se hizo en 1999. Los retos eran muchos en ese momento y lo siguen siendo actualmente.
Costa Rica debe plantearse una lucha fuerte contra la deserción y la violencia. Ambas caminan de la mano entre la juventud costarricense y quieren echar más raíces de las que tienen actualmente.
La Segunda Encuesta Nacional de la Juventud estableció datos muy interesantes sobre el problema de la deserción. La misma fue realizada en el 2013 y es, en estos momentos, el único referente que tiene el país en esa materia. Lo primero que se señala la encuesta es que el 70% de los jóvenes viven en zonas urbanas y el resto en zonas rurales.
Además, el 63,5% de los jóvenes entre 15 y 35 años no ha completado la educación secundaria y solamente el 46% asiste al ciclo diversificado.
Entonces el ambiente urbano sin duda alguna es un factor preponderante en la formación de los jóvenes, ya que la mayoría vive en esa zona. ¿Y qué sucede en la zona urbana? La violencia de los barrios se vive en cada esquina. Entonces, ¿qué llevan esos jóvenes a las aulas? Violencia.
Quien quiera ver los temas que afectan a los jóvenes como situaciones aisladas está queriendo tapar el sol con un dedo.
Los hechos violentos, los asesinatos, las ventas de drogas, la vida fácil producto del narcotráfico está, no solo enfermando a los barrios, sino que está infectando a los jóvenes.
Otro hecho alarmante es que muchas de las bandas de crimen organizado se están aprovechando de la deserción escolar y colegial para reclutar a estos muchachos en sus organizaciones. No tienen que pagarles mucho.
Con poco dinero, estos adolescentes que deberían estar preparándose para convertirse en adultos productivos para el país, se transforman en la nueva generación delictiva y buscan en el dinero fácil llenar sus expectativas.
Las autoridades gubernamentales, como un todo, deben luchar contra esta situación. Lo que los profesores pueden hacer en las aulas, se debe reforzar con programas deportivos y culturales constantes que ayuden a los adolescentes a mantenerse fuera del alcance de la violencia.
La familia costarricense necesita una mano. Una mano que la ayude a guiar a sus hijos, una mano que evite que el vendedor de drogas pueda ofrecerle la vida fácil en la esquina del barrio, una mano que toque a su puerta y ofrezca soluciones concretas. Si ser adolescente en estos días es difícil, ser padre lo es aún más.
En el Día Internacional de la Juventud debemos entender que sacar a nuestros jóvenes de las aulas es la peor violencia que pueden sufrir.
