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Opinión

¡Simplemente ejemplares!

Editorial

Los buenos resultados que ha cosechado al deporte costarricense en las últimas semanas apuntan a ser el bálsamo perfecto ante los problemas económicos y sociales que rodean a todo el país, una medicina momentánea que al menos nos distrae por algunos días.

 

Desde Italia, Nicaragua y ahora Canadá llegaron las impresionantes actuaciones de los ticos en tres diferentes disciplinas deportivas, pero con un claro factor común: el poco apoyo que reciben, sobre todo en el plano financiero.

 

Andrey Amador, la selección de surf y ahora las muchachas de la Selección Nacional de Fútbol mayor levantaron la bandera para demostrarle una vez más al país que cuando se quiere se puede, esto pese a la innumerable cantidad de esfuerzos que se deben hacer a diario.

 

Está claro que Costa Rica ha ido dando pasos pequeños pero contundentes hacia la profesionalización de un deporte que convoca a multitudes a nivel mundial pero que en la categoría femenina sigue viéndose con recelo.

 

Sin embargo estas barreras parecen ser insignificantes para un grupo de jóvenes decididas a marcar la historia de todo un país, bajo la convicción de demostrar que tienen con qué darse de tú a tú, deportivamente hablando, con las más enconadas potencias del balompié.

 

Pero antes de embriagarnos y lanzarnos de panza en la Fuente de la Hispanidad debemos marcar bien la cancha y puntualizar detalles que viven estas chicas.

 

De todo el grupo de seleccionadas que defienden los colores patrios en Canadá, aunque parezca increíble solamente Shirley Cruz percibe un salario como jugadora profesional en el fútbol europeo.

 

Ella es la futbolista costarricense con más éxitos en el Viejo Continente, jugando para el mejor equipo femenino a nivel europeo, eso bajo las condiciones en que se mueve el campeonato nacional es a todas luces un gran éxito.

 

Otro grupo de jugadoras se inclinan por priorizar la educación -como debe ser- para emprender el viaje a los Estados Unidos, donde debido a su buen desempeño en el deporte son becadas para que finalicen sus estudios, al mismo tiempo que juegan al fútbol. Sin embargo no todas tienen este privilegio.

 

Solo basta con echar un vistazo a la primera división costarricense a nivel femenino, donde encontramos un sinfín de dificultades que enfrentan gran parte de las muchachas que el martes anterior demostraron que sobre el terreno de juego la diferencia entre España y Costa Rica no es tanta.

 

Las ticas emprendieron un viaje con una maleta cargada de ilusiones y con la clara convicción de demostrar por qué accedieron a la Copa del Mundo a nivel mayor por primera vez en la historia del fútbol femenino costarricense.

 

Después de empatar ante España el pasado miércoles, las muchachas de la nacional mantienen intactas, ahora más que nunca, las ilusiones por lograr una histórica clasificación en su debut mundialista, algo que se ve cerca pero a la vez pinta complicado.

 

Más allá de eso y tal como se expuso hace unas semanas, es de aplaudir el temple y la actitud de las seleccionadas, quienes se entregaron al máximo en busca de conseguir un objetivo.

 

Como si fuera poco, estas heroínas lograron darle al país el primer punto en un mundial femenino, donde anteriormente solo la oscura derrota nos acompañó, algo que a todas luces es digno de destacar.

 

La personalidad mostrada por este grupo nos enseña que para lograr el éxito deportivo no todo está vinculado al dinero. Hay factores extrafutbolísticos que potencian a estas luchadoras en busca de sus sueños.

 

Desde su partida, la humildad y la valentía de estas muchachas daban los primeros síntomas de lo que veríamos en su debut, un equipo entregado en un solo grito, que no se dejaría atemorizar por ninguna camiseta.

 

Hoy la Selección Femenina, al igual que los otros deportistas mencionados al principio de este editorial, vuelven a darnos una lección, pese a que las cosas no marchen por el camino adecuado hay que ponerles el pecho a las balas y echar para adelante.

 

Por supuesto que el llamado de atención va para todos y cada uno de nosotros, quienes muchas veces no le damos el mérito a un equipo lleno de valientes jugadoras o bien a cualquier otro atleta que busca alcanzar un objetivo.

 

La dirigencia poco a poco ha ido entendiendo que muchas veces son este tipo de grupos los que terminan dándonos la mayor cantidad de éxitos deportivos a nivel internacional, por lo tanto deberían ser los más apoyados. Eso sí, en todo momento, no al calor de un resultado.

 

Pase lo que pase en la Copa del Mundo de Canadá, estas chicas ya probaron al país de qué están hechas. 

 

No pecamos de conformistas sino que resulta difícil exigir resultados cuando ni siquiera los propios directivos se zocan la faja para apoyar este y otros deportes, sobre todo a nivel femenino.

 

Muchachas, simplemente es ejemplar su primer juego en el mundial. Este tipo de esfuerzos deben ser enmarcados, al mismo tiempo que no deben pasar inadvertidos y por el contrario sentar las bases de un cambio, más que dirigencial, cultural en todo el país. Ojalá que sigan cosechando éxitos para que la lección no sea pasajera sino definitiva.

 

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Jueves 11 Junio, 2015

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