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Opinión

Un compromiso con la gobernabilidad

Piszkas Cotidianas

Tal como lo señala el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, “gobernabilidad democrática es la capacidad de una sociedad de definir y establecer políticas y resolver sus conflictos de manera pacífica dentro de un orden jurídico vigente”. 

 

Dicho en otras palabras, la gobernabilidad democrática está asociada a la independencia de poderes, a un sistema legal sólido y creíble, a instituciones consolidadas, mecanismos de transparencia y fundamentalmente de rendición de cuentas. 

 

Pero claro está, la gobernabilidad democrática no es un fin en sí misma. Es el medio necesario y más aún, indispensable, para crear sociedades productivas y equitativas, en donde la igualdad de oportunidades, la libertad y el respeto a la diversidad sean bienes comunes, en donde se privilegien las políticas de protección hacia los sectores más vulnerables, y sea obligatorio que cada quien asuma sus deberes y responsabilidades tributarias, económicas, sociales y laborales, bajo la egida de un sistema de gobierno electo democráticamente, en donde se respete el disenso pero prevalezca la voluntad de las mayorías.

 

Con mucha razón decía Winston Churchill que la democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los demás. Es un sistema que camina lento, que avanza y retrocede, que genera éxitos y frustraciones y que al igual que cualquier otro régimen totalitario o autoritario, de derecha o izquierda, no ha logrado desprenderse de la lacra de la corrupción. 

 

Ese es el sistema que los costarricenses escogimos y que confirmamos cada cuatro años con nuestro derecho al sufragio libre y transparente. Es el que estamos dispuestos a conservar y fortalecer porque nos ha permitido avanzar en paz, en medio de luces y sombras, de éxitos y fracasos, de tareas pendientes, pero con la certeza siempre de que es mucho más grande el valor de una negociación o de una elección, que el triunfo espurio de una imposición. No en vano aprobamos la posibilidad del Referéndum.

 

Hoy nuestro país se encuentra en una encrucijada y extraño sería si no comprendemos que la negación de todo lo bueno del pasado, la tentación de soluciones atropelladas, y la constante repetición de un cambio que el país aun no conoce, son solo estrategias sin contenido. Tan sin contenido son, que el Poder Ejecutivo no ha enviado a la Asamblea Legislativa un solo proyecto que implique reformas importantes. El político responsable, joven o viejo, sabe que se requiere sabiduría, tenacidad, humildad, fortaleza y mucha experiencia para lograr todo aquello que uno aspira como gobernante. Sabe sobre todo, que el cambio en democracia requiere algo más que entusiasmo, aunque este haya sido bien intencionado.

 

El primer año de la presente legislatura ha tenido de todo menos lo indispensable para crear gobernabilidad. Un acuerdo para tomar el Directorio Legislativo, que mantuvo al Poder Ejecutivo y a la Fracción de Gobierno sometida a las decisiones de uno de sus aliados, el Frente Amplio. Un Ministerio de la Presidencia que optó por ignorar a la oposición, creyendo que eso era suficiente para desaparecerla. Una bancada PAC dividida por rencillas internas, en una evidente confrontación entre los miembros fundacionales y el PAC que llegó a Zapote. Un Directorio Legislativo que no tuvo reparos en saltarse disposiciones legales y constitucionales. Todo ello matizado por un desprecio absoluto a la transparencia y a la libertad de expresión. 

 

Sucedió lo que era previsible. El Gobierno se quedó sin aliados, su Fracción terminó de dividirse y la imposición para la reelegir al Presidente Legislativo terminó en la búsqueda de un acuerdo entre seis de las nueve fracciones que hiciera posible tener un Parlamento más eficiente.

 

Se trata de una propuesta novedosa en el contexto del Parlamento más multipartidista que ha tenido el país. Un paso tímido hacia la adopción de un sistema Parlamentario cuya discusión se viene posponiendo desde hace varios años, en donde las negociaciones entre partidos de diferente signo ideológico ocurren sin sospechas y constituyen el paso usualmente obligado de quien pretenda tener una mayoría decisoria en el Congreso. 

 

Es obvio que en el multipartidismo existen puntos de encuentro y ello es lo que se logra con el acuerdo firmado. 

 

Bajo objetivos de interés nacional no controversiales, se han elaborado propuestas sobre infraestructura, desregulación, educación, servicios públicos y empleo. De igual forma se han dejado por fuera temas que por su carácter ético no eran compartidos por la totalidad de los participantes.

 

Todo ello obliga a una nueva disciplina y a una nueva forma de buscar acuerdos en donde se comprenda que la palabra consenso es una quimera y que la negociación solo puede darse cuando las partes tengan algo que ganar y algo que ceder.

 

Con este acuerdo nuestro Parlamento ha ratificado y reiterado la vocación de diálogo y respeto que caracterizan nuestra democracia. Se trata de un paso importante, que confirma el rechazo del costarricense hacia la errada conducción autoritaria que algunos comenzaban a ver con ojos de simpatía.

 

*Diputada Partido 

Liberación Nacional

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Viernes 15 Mayo, 2015

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Sandra Piszk Feinzilber*

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