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Nacionales

“Iba a enrolar puros con las hojas del Nuevo Testamento”

Cambió la cárcel por el canto

  • Fernando Seas salió de las drogas y la cárcel. Ahora se dedica a cantarle a Dios. Un Nuevo Testamento fue testigo de su conversión

  • Dormía con un cuchillo por temor a que le cobraran todo el mal que hacía

Muchos de los que se quejan no saben en verdad lo que es sufrir. No tienen idea lo que es estar en prisión, caer a lo más bajo y ver que ni la familia le da la mano, porque él mismo se ha encargado de romperlo todo. Si a eso le agregamos vicios y delitos, el coctel es devastador. Pero nunca hay que darse por vencido y quién más que Fernando Seas Ruiz para dar testimonio de eso. A sus 36 años recuerda que 9 de ellos estuvo tras las rejas. Fueron 108 eternos meses donde pasó de la cárcel de San Sebastián a la de Heredia, de ahí a mediana abierta de La Reforma, a Máxima Seguridad y luego a mínima y al llamado puesto 10, el centro San Rafael. 

 

Contó cómo lo más duro fue esa entrada a San Sebas, ya que como se está en prisión preventiva se piensa que es algo pasajero, hay mucha gente inexperta y no miden las consecuencias. Ya en sitios como La Reforma se debe cumplir la condena y se analizan más las cosas. 

 

Cuenta que la ignorancia de su época de juventud fue lo que más lo afectó. “Era una persona impulsiva y obsesiva. Eso me llevó a delinquir, tenía 18 causas distintas, entre robos simples, agravados, infracción a la ley de armas y a la ley de psicotrópicos. Estaba muy joven”.

 

Sus amigas fueron las drogas, las más comunes, tomó licor, fumó marihuana, le hacía al crack. “Eso me hizo llegar a una agresividad total. Era buscar plata fácil, sin medir las consecuencias”. 

 

LO EXCITABA ROBAR Y
SE HIZO VICIOSO

 

“Estoy completamente seguro de que el robo genera adicción, porque me llenaba de adrenalina al asaltar. Es que se está entre la vida y la muerte de la persona atacada y de uno mismo. Después no era necesario tomar o drogarme para robar. Quería sentir esa sensación de robar”, explicó con la frente en alto y dando gracias a Dios por haberlo sacado de ese mundillo. 

 

EMPEZÓ CHAPULINEANDO

 

De sus inicios en el bajo mundo asegura que empezó “chapulineando”, con robos de cadenas, relojes y gorras. Pero fue creciendo y se volvió meticuloso y violento. “Buscaba casas, farmacias, pulperías y luego pasé a carros. Le hacía daño a cualquier persona. Terminé en las calles, en lugares como Aguanta Filo, Sagrada Familia y Cristo Rey. Asaltaba a cualquiera y me di cuenta de que uno va en escala, primero robaba cosillas, luego pasé a cosas grandes y luego otra vez a cosillas”. 

 

DORMÍA CON UN CUCHILLO

 

Su compañera era un arma 38, pues creía que nunca le iba a fallar, pues no se encasquillaba. Se pavoneaba con una Smith & Wesson niquelada. “Era mi vida”, subraya. Pero el cuchillo era su otro aliado. “Dormía siempre con un cuchillo, pues sentía que tanto daño que había hecho alguna vez se me podía devolver. En la cárcel también dormía con el cuchillo”. 

Ahora que toca la prisión, cuenta que lo más duro tras las rejas fue ver que a sus compañeros los visitaban los familiares y los amigos y a él no. “Es que ya había quemado todos los cartuchos con la familia”, indicó.

 

LLEGÓ EL CAMBIO ESPERADO

 

Su cambio llegó de manera gradual. Una vez se intentó ahorcar pero dice que algo lo frenó, una fuerza mayor. “Ese día estaba en celdas de Máxima Seguridad y dos hombres me gritaban y hablaban de un tal Jesucristo que murió por nosotros. Yo les decía 'maes, ustedes están locos, ya les llegó el canazo'. Uno me dijo te voy a regalar un Nuevo Testamento para que sepas de Jesucristo, lo acepté porque iba a enrolar puros con las hojas. Me guindé de una cuerda que podía aguantar 10 veces mi peso pero esta se reventó. Caí de rodillas y lloré como un chiquito y me quedó de frente el Nuevo Testamento. Sentí la necesidad de abrirlo y leí Segunda de Corintios 13. Decía: 'aquellos que pecaron que se arrepientan porque si vuelvo otra vez no seré indulgente'. 

 

Desde ese día me di cuenta que Dios tiene un propósito para mí. Me costó pero ya estoy limpio de drogas. Me convertí a Dios, tengo mi familia, mi novia. Lo primero debe ser el estudio y darnos a respetar como un buen padre, hijo o esposo”. 

 

La vida ahora es tan dulce para él que se dedica a vender cajetas marca Tutile y es cantante del Ministerio Judá Zoe con el nombre de Seas Man. 

 

También da sus testimonio a jóvenes por medio de la música con ritmo de reguetón pero con mensaje cristiano. 

PERIODISTA: Alejandro Fonseca

EMAIL: [email protected]

Sábado 09 Mayo, 2015

HORA: 12:00 AM

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