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Opinión

Filibusteros de la CCSS

Editorial

La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) es un emblema nacional, representa los valores más firmes y solidarios de Costa Rica. 

 

Fue creada con el único fin de procurar bienestar en los habitantes y promover servicios de salud al alcance de todos, sin importar edad, sexo, credo y más importante aún condición económica.

 

La solidaridad es el factor que marca hoy la diferencia y se reconoce a nivel internacional. La seguridad social tica es un mérito de todas y todos los trabajadores responsables y de las empresas comprometidas. 

 

El estandarte que por más de 74 años se ha levantado en honor a la benemérita institución está siendo empañado por el accionar de algunos pocos que osan pisotear y boicotear la dignidad humana. 

Sí, la Caja Costarricense de Seguro Social está en crisis profunda desde hace más de una década, poco antes de estallar los escándalos de corrupción con la entrega de dádivas multimillonarias a políticos y empresarios nacionales y extranjeros. 

Se descubrió una mafia que operaba inescrupulosamente en la compra y venta de equipos innecesarios, malos e inútiles a precios astronómicos. Se movieron las piezas del ajedrez en contrataciones y se diseñaron carteles públicos como si fueran trajes a la medida.

Aquello fue un balde de agua fría para quienes sí creemos en el Seguro Social, en los servicios de atención en salud a los desposeídos. 

Ese fue el comienzo de una serie de cuestionamientos en la compra de medicamentos así como relaciones entre empleados de la entidad y empresas farmacéuticas. También, construcciones de centros médicos en condiciones inadecuadas y contrataciones de personal sin cumplir las normativas del recurso humano. Además, incurriendo en tráfico de influencias, en cobros excesivos de horas extra, con médicos y otro personal desatendiendo pacientes, malas praxis, robo de horas laborales, consultas privadas en horario de trabajo, etc.

En fin, todo un cúmulo de irregularidades que ponen los pelos de punta a los ciudadanos y dejan una estela de dudas sobre la verdadera razón de ser de la Caja, pero ante todo, de una parte del personal que olvidó el sagrado juramente por la vida humana. 

Esa corrupción ha llegado hasta lo peor de lo peor, médicos ticos en contubernio con una red internacional para comprar y comerciar órganos. 

Resulta difícil de creer y hasta parece de película, que una policía de la Fuerza Pública reclutara gente con necesidades económicas y les ofreciera dinero a cambio de un riñón. 

El director de la Unidad de Nefrología, un destacado profesional, reconocido y capacitado a costas del dinero de la entidad, es el principal sospechoso de tal atrocidad, de un hecho que deja entrever el total desprecio por la vida, una actitud en la cual han caído muchos funcionarios de los servicios de salud. 

Tal parece que cientos de empleados olvidaron que a los centros de salud las personas no acuden por mero pasatiempo, pues a nadie le gusta estar enfermo, ni tampoco es divertido visitar a seres queridos cuya salud está comprometida. 

Y cuando pensamos que habíamos tocado fondo con este tema, se da a conocer una investigación por el tráfico de sangre. 

Sí, el asegurado que llega a donar su sangre en un acto de solidaridad se da cuenta que la misma es vendida a entidades privadas para que sea usada en operaciones. 

Lo peor estaba por venir. El país no salía del estupor ante las denuncias por tráfico de órganos y sangre, cuando una valiente cardióloga señala que 141 personas fallecieron esperando un cateterismo. 

Es aquí donde la crisis de la Caja toma otro rumbo. La cifra de estas personas fallecidas no puede ser tomada como un dato más. Detrás de cada una de estas personas hay familias que están llorando la partida de su ser querido; que se preguntan qué hubiera pasado si se le hubiera realizado el procedimiento médico, cuánto más tiempo hubiera tenido de vida. 

Y ante todo esto, ¿qué hacen las autoridades de la Caja? ¿Cuál ha sido la reacción de los presidentes ejecutivos de turno? ¿Qué han hecho para evitar que la deshumanización se apodere de la institución? No lo sabemos; lo sucedido en el Hospital México es un claro ejemplo de ineficiencia en todos los niveles.

Sin embargo, también gran parte de la responsabilidad de lo que pasa en la institución recae en los gerentes. Ellos son los llamados a advertir a la junta directiva de la Caja lo que sucede, a prender las luces de alerta para que se tomen las medidas y corregir los errores.

Los asegurados no podemos seguir siendo tratados de esa manera; la institución que sostiene la seguridad social de este país y que fue creada con principios de humanismo, debe retomar el rumbo, volver a sus raíces y mirar al paciente como su verdadera razón de ser.

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Sábado 18 Abril, 2015

HORA: 12:00 AM

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