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Opinión

¿Posee Costa Rica estrategia? ¿Cuál es su ADN como país?

Alemania vende “high-tech”, productos caros pero fiables (automóviles; maquinaria industrial, farmacéutica y médica de última generación) y es uno de los países más potentes y eficientes del planeta. Francia más bien vende “high-touch”, estilos, nombres, marcas, quesos, perfumes, champanes, y también es altamente exitoso. Suiza vende relojes, seguridad bancaria, precisión, seguridad, algunos tangibles y muchos intangibles. Tiene su estrategia clara hace muchísimas décadas. Japón y Surcorea optaron hace muchos años por la apuesta a la renovación de tecnología y el ensamblaje masivo mundial y lo hacen mejor que nadie. Nueva Zelanda hizo una apuesta distinta: economía de servicios y agro-industria (se saltó directamente la III revolución, la industrial), equilibrando desarrollo y medio ambiente, y es también un país modelo.


Todos estos países se parecen en el algo: tienen una estrategia. Prácticamente cualquier nación exitosa en el planeta tiene una estrategia, un plan, el cual no sólo es económico, sino, además, es cultural y humano. Los ciudadanos lo llevan en su ADN y se mueven en esa dirección. Es su apuesta de vida y define, además, sus rasgos distintivos y sus ventajas comparativas sobre los otros países del planeta. Es su “nicho” o lugar en el mundo. Usted puede seguir haciendo la lista: Noruega, Suecia, EEUU, Inglaterra, Italia, Singapur, China, Taiwán, etc.


Ahora, bien ¿cuál es la estrategia de Costa Rica? ¿Cuál es un su plan en el mundo? Aparentemente la respuesta sería fácil: diversificación agro-industrial, turismo y servicios. Esas fueron nuestras claves durante las últimas tres décadas, desde 1980 hasta ahora. Sin embargo, la respuesta es tramposa. Parece que, si bien Costa Rica avanzó mucho en esos campos, las acciones e inacciones que ha tomado también en los últimos lustros y años podrían estar conspirando contra su propio plan. No tenemos claro nuestro ADN.


Lo que el país ha escrito con la mano lo ha borrado con el codo. Y así el plan general del país no solo se vuelve confuso, sino que erosiona a los ciudadanos, a los propios actores económicos y sociales que lo pueden echar adelante.


Diversificación y reformas. Costa Rica ciertamente logró un éxito importante en la diversificación agrícola durante la década de 1980 y cambió integralmente su estructura de producción: de ser un país agroexportador básico en las década de 1950 al 1970 (café, banano y un par de docenas de productos de muy baja facturación, con el café responsable del 72% de la totalidad de las divisas), el país saltó a 1,340 productos a inicios de la década del 80, y después hasta un espectro mayor de 4,443 productos a partir de 1990, representando el turismo el mayor ingreso, con apenas un 14% de la divisas.


Esas fueron excelente noticias: Costa Rica constituyó una de las naciones del Hemisferio con mayor diversificación productiva. A ello se sumó la dinámica de atracción de empresas de alta tecnología como Intel, Baxter, Hewlet Packard y otras, lo que supuso en el último lustro un 24,3% de las exportaciones, las cuales crecieron un 9% entre 1990 y 2012.


Sin embargo, paralelo a estos avances Costa Rica ha cometido varios errores. Primero, no logró crear un escenario competitivo para que las PYMES (pequeñas y medianas empresas nacionales) fueran las que realmente pudieran tomar partido de esta diversificación y crecimiento económico. Sin crédito productivo adecuado (generalmente teniendo que financiarse a tasas comerciales del 18% al 21%), pagando todas sus obligaciones tributarias (a diferencia de las empresas de zona franca) y la totalidad de sus obligaciones a la seguridad social, se las arreglaron estas PYMES para generar en las últimas dos décadas más del 70% del PIB nacional. No obstante, y a pesar de estos esfuerzos, muchas de ellas están quebrando.


Faltantes y carencias. No hemos hecho, además, otras cosas esenciales para el crecimiento de cualquier economía: “internalizar” los beneficios de las aperturas comerciales y la atracción de inversiones. Fortalecer el empresariado nacional; hacer inversión propia en I&D para generar valor añadido en nuestros productos. Por eso, a pesar de haber tenido una estrategia clara en los 80s, el país ha cometido graves errores y por eso está extraviado, con cientos de micro empresas cerrando cada año. Y esto tiene que ver no sólo con lo caro que somos, con nuestros impagables costos de producción, sino, además, con los tratados y las cosas que firmamos.


La última historia que supe hace dos semanas fue la de una pequeña empresa nacional de ropas y de gorras (que le daba trabajo a 70 personas) y que después del TLC con China prácticamente quebró, y tiene hoy sólo a su dueño y 3 empleados a punto de cerrar puertas en las próximas semanas. Triste noticia. Y como esa, hay cientos más.-


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Martes 20 Enero, 2015

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Jaime Ordóñez

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