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Opinión

Sin Tapujos

Respetar las preferencias ajenas constituye el fundamento elemental de cualquier sociedad civilizada, pero no impone compartirlas. La democracia bien entendida descansa precisamente en el derecho de todos a decir lo que piensan y hasta en el deber ciudadano de hacerlo.


Vaya por delante lo dicho para cuestionar, una vez más, el espectáculo de los toros en los festejos de fin y comienzos del año o durante el presente verano, que gusta a muchos y disgusta a no pocos, aunque éstos eviten manifestarlo. Pero ahí vamos, levantará posiblemente roncha y que algunos nos acusen de enfrentar una arraigada tradición.


Sin embargo, tradicionales fueron también durante milenios la esclavitud por botín de guerra o el color de la piel, la sumisión de la mujer al varón y la persecución de hombres y mujeres por sus inclinaciones sexuales. Y a la prisión o la hoguera fueron llevados quienes irrespetaron o se opusieron a esas instituciones o costumbres, entonces apoyadas por la mayoría de la sociedad humana.


Violencia hay en múltiples actividades deportivas, pero para evitarlas y sancionarlas hay árbitros y reglamentos destinados a contener o frenar el eventual daño a los participantes. ¿Los hay acaso en los eventos taurinos costarricenses, donde centenares de compatriotas arriesgan el pellejo por un minuto de notoriedad o un puñado de colones?


El periodista de La Nación, Álvaro Murillo, reproduce en una crónica de ese diario del pasado 5 de enero, con el título "El circo taurino de Zapote cerró con 2 'batman' heridos", incitaciones del animador durante la tarde del último día en dichos festejos que espantan al más desaprensivo: "atrévanse muchachos. Acérquense al toro sin miedo, que aquí estoy yo." Y, seguidamente, de la suerte corrida por dos participantes gravemente heridos en la “corrida”. Uno de ellos estimulado a hincarse frente a la bestia por un mezquino premio de veinte mil colones tras reclamársele no haberse aproximado bastante en el primer intento.


Al empresario de los festejos le atribuye el periodista Murillo decir: "El que se mete ahí sabe a lo que viene". Quizás diga verdad el encumbrado magnate, pero también valdría la pena saber y divulgar por qué lo hace, con riesgo de su salud y de su vida.


Está pendiente la tarea de cumplir por la Defensoría de los Habitantes para reglamentar y supervisar, como es debido y urgente, un espectáculo que, guste o no guste aceptarlo, promueve un culto a la violencia sin controles reñido con nuestra genuina idiosincrasia.

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Martes 13 Enero, 2015

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Rodolfo M. Santos Lara

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