Gobierno rema contra corriente

Recientemente el Gobierno de la República dio a conocer el Plan Nacional de Desarrollo del que destacamos 2 objetivos que son complementarios:
Mayor crecimiento económico, caracterizado por más y mejores empleos, con metas del 6% anual de crecimiento real y la creación de 217.000 puestos nuevos de trabajo.

Disminución de la pobreza, especialmente la pobreza extrema y la desigualdad, social y territorial.

La meta es reducir la pobreza, según el coeficiente de Gini, a 0,4924 y sacar de esa situación a 42.000 hogares de los 96.000 que se encuentran en una situación de pobreza extrema.

No obstante, además de buenas intenciones el gobierno debe tener habilidad, madurez, coherencia y liderazgo para realizar acciones que demuestren que genuinamente está dispuesto a “desencharralar la finca”, más allá de la retórica de las frases hechas y las metas bonitas.

Hasta ahora, el oficialismo no ha dado muestras de la habilidad, la madurez, el liderazgo, ni mucho menos la coherencia requerida para transmitir la confianza necesaria a los sectores sociales, productivos y políticos.

Por el contrario, hasta ahora el gobierno da la impresión de remar en la dirección contraria.

No ayuda para nada que el Ejecutivo olvide que el Presupuesto Ordinario, no es una simple estimación numérica proyectada a la ligera, sino la herramienta más importante en la planificación y evaluación de los programas y el desempeño institucional. El éxito de un país inicia con un presupuesto realista, transparente, planificado, responsable y eficientemente estructurado.

En términos generales, el presupuesto ordinario propuesto y defendido por el gobierno, no cumple con ninguna de estas condiciones.

Es un presupuesto dirigido al gasto –no a la inversión–, y a la burocracia –no al combate de la pobreza–.

No es buena señal que luego de haber ofrecido un manejo presupuestario responsable y austero, incluyendo la promesa de eliminación de las consultorías, el Poder Ejecutivo proponga un presupuesto con un 19% de aumento del gasto en relación con el presente 2014, ante una economía que apenas crece el 3,6% real, y una inflación programada del 5% anual.

Plan de presupuesto que en total incluye para el 2015, un paquete de egresos de ¢7,9 billones, con casi ¢40 mil millones en consultorías.

Ante diferentes intentos de recortes presupuestarios, provenientes de diversos sectores políticos, tampoco fue buena señal la reacción oficialista de lanzar una campaña de miedo, desprestigio y presión –pinta de muros incluida–, contra los diputados y partidos políticos que osamos manifestar nuestro criterio, favorable a la contención del gasto público, como medida de responsabilidad presupuestaria.

Definitivamente, no ayuda en nada al gobierno, y menos al país, el rechazo del dictamen de mayoría presentado por la Comisión de Hacendarios, que pretendía reducir el gasto en casi ¢300 mil millones.

Como tampoco ayuda la imposición del Presupuesto 2015 por parte del Presidente legislativo, luego de ser rechazado en primer debate por la mayoría de los diputados y diputadas.

Produce desconfianza, que ahora el oficialismo incumpla su promesa de no enviar nuevas propuestas de impuestos antes del 2016 y sin haber demostrado austeridad, disciplina fiscal y eficiencia en el gasto, cuando nos han anunciado ya que vamos a iniciar el 2015 con al menos 2 proyectos de reforma tributaria.

Ante este panorama, el gobierno se quedó sin autoridad moral y no tendrá nuestro apoyo para establecer nuevos impuestos o aumentar los existentes, y lo que es más serio, con la ruta que lleva el Ejecutivo, de no esforzarse en reducir el despilfarro existente dentro de la Administración Pública, veo muy difícil que logre las metas del Plan Nacional de Desarrollo, como todos quisiéramos.

*Diputado, PUSC

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Viernes 28 Noviembre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Lic. Gerardo Vargas Rojas*