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Opinión

Ensucian investidura de diputado

Por varios lustros fui funcionario de la Asamblea Legislativa y tuve conocimiento de fricciones entre empleados y algunos señores diputados, pero jamás que yo recuerde afloró tanto irrespeto, tanta vulgaridad de un diputado contra un humilde trabajador. Esa diarrea verbal del diputado Arguedas, “abnegado y sacrificado dirigente sindical”, no solo refleja a una persona con una enorme falta de clase, sino que constituye en sí misma un irrespeto a su investidura de legislador y al

 

Parlamento como institución, y revela que la personalidad del diputado Arguedas es prepotente y raya en la malacrianza y el matonismo, por lo que es conocido entre sus excompañeros del sindicato del ICE.

 

Cuentan los trabajadores del cuerpo de seguridad de la Asamblea Legislativa que “durante la visita de la vicepresidenta del Congreso de Marruecos, la señora Kenza El Gali, el diputado Arguedas los trató de ‘hijueputa, maricón y apantalladores’, cuando ellos pidieron abrir paso para que pasara la invitada en su recorrido por la Asamblea Legislativa y demás, empujó a los oficiales en tono amenazante”. El Altercado no pasó a más, dice la información, porque tuvieron que llevarse a nuestro ‘educado legislador’ a uno de los salones, para que se calmara y la visitante no escuchara sus exabruptos y evitar además que agrediera a golpes a los guardas.

 

Dando por cierto este relato, solo atino a decir qué vergüenza.

 

Pero, suponiendo que el diputado Arguedas fue ligeramente empujado para que diera campo, aún así, su reacción es abusiva y desproporcionada, correspondiendo su actitud más a un asiduo visitante de cantina que a un diputado representante del pueblo costarricense. Lo que debió hacer como una persona educada, respetuosa, como representante de este pueblo, en un hecho como el que narran los funcionarios legislativos, era haber ofrecido disculpas por estorbar el paso, saludar a la distinguida visitante y dar campo para que pasara. No hay razón alguna para portarse como un matón. En todo caso, si se sintió agraviado, lo sensato sería haber recurrido a los canales administrativos para presentar su queja, lo otro es un acto absolutamente repudiable.

 

Este caso protagonizado por el dirigente sindical, el ahora legislador don Jorge Arguedas, tiene otras connotaciones mucho más graves y censurables que su prepotencia como diputado. Aquí lo más grave no es que don Jorge Arguedas el diputado insultara de la forma más soez y vulgar a un trabajador de los más humildes de la Asamblea Legislativa. Aquí lo inaceptable, es que esa agresión viniera de un connotado dirigente sindical, enaltecido como “luchador de las causas justas y el respeto a los trabajadores” por la diputada Patricia Mora, qué engañada que estaba. No puede ser que ese dogma primario de respeto al trabajador humilde que debe tener todo dirigente sindical haya sido ensuciado y sumergido en un albañal de malacrianza y la prepotencia. Don Jorge Arguedas se portó como un gamonal de pueblo, como un oligarca que mira con desprecio a la clase trabajadora. Qué dirá ahora la diputada Mora y el Frente Amplio, porque deben condenar esta actitud, pues de no ser así, sus poses de respeto a los trabajadores, quedaría como una farsa.

 

Me recuerda esta prepotencia del diputado Arguedas, la política del destino manifiesto, enarbolada por los grupos más conservadores de los Estados Unidos para justiciar la invasión y agresión a países pequeños e indefensos. Pareciera ahora que esta torcida filosofía ha sido adoptada y adaptada por nuestro sacrificado dirigente sindical, para avasallar, humillar e insultar a la clase trabajadora más humilde de la Asamblea Legislativa, de la que se dice su representante, qué vergüenza. Usted, señor Arguedas el diputado, pero sobre todo usted señor Arguedas el dirigente sindical, debería ofrecer una disculpa a los trabajadores que atropello e insulto. Cómo calificar su actitud y vocabulario diputado Arguedas, diría yo, que la palabra usada por Kiko en contra de don Ramón, después de que la “vieja chancluda” lo cacheteaba es la adecuada. Esto, por no respetar el puesto con que este pueblo lo honró y por agredir de la forma más grotesca a los trabajadores del Parlamento.

 

Hizo bien el cuerpo de seguridad de la Asamblea Legislativa en alzar la voz de protesta, pues ante semejante atrocidad, es inaceptable el silencio y la política de “laisser fair, laisser passer”. La protesta ante semejante vulgaridad era irrenunciable. Reciban ustedes, humildes trabajadores de seguridad del Congreso, mi solidaridad.

 

*Periodista

PERIODISTA:

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Martes 25 Noviembre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Luis Fernando Salazar R.*

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