La inutilidad de la guerra

A un siglo de la iniciación de la Primera Guerra Mundial (28 julio 1914 – 11 noviembre 1918) es poco lo que la humanidad –más precisamente sus líderes o pseudo líderes– han aprendido: violencia, impunidad y cinismo mantienen vigencia y gran parte del mundo continúa ahogándose en un baño de sangre. La “culta y civilizada” Europa se vio, en dos oportunidades en la primera mitad del siglo XX, sometida a una cruel carnicería porque la estulticia y la sinrazón estuvieron al servicio de las potencias mundiales. Por primera vez en la historia participaron países de los 5 continentes y se enfrentaron millones de soldados de 32 naciones. Las bajas totales superaron los 9 millones de combatientes y casi el doble de esa cifra en la población civil. Duró 4 años, 3 meses y 14 días.

Comenzó con un cierto modo de pensar de incompetentes líderes convencidos de que los problemas socioeconómicos y políticos de Europa podrían resolverse mediante el empleo del factor militar; quizás influidos por el pensamiento del filósofo y militar prusiano, general Carl von Clausewitz (1780-1831) que casi un siglo antes sentenció que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Quienes conocemos la guerra apreciamos que la guerra es muerte, viudas, huérfanos, mutilados y no soluciona los problemas políticos, sociales, económicos, étnicos, ni religiosos. Tampoco las rivalidades territoriales y las disputas diplomáticas, no pocas veces alimentadas por exacerbados nacionalismos.

Los principales actores de la también llamada Gran Guerra fueron:

Archiduque Francisco Fernando de Austria. Su asesinato por el estudiante nacionalista serbio-bosnio, Gavrilo Princip, fue la excusa detonante del conflicto.

Kaiser Guillermo II de Alemania, máximo líder del II Reich.

Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos (su país entró en la guerra en abril de 1917).

Georges Clemenceau, político francés.

David Lloyd George, político inglés.

Paul von Hinderburg, mariscal alemán.

Ferdinand Foch, mariscal francés.

Henri Philippe Pétain, mariscal y político francés.

El austríaco Adolf Hitler participó con el grado de cabo del Regimiento 16 de Infantería bávaro. Años más tarde –en los años 30– especularía con la derrota alemana y con un nacionalismo agresivo, conduciendo al mundo a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Clemenceau, con su miopía política y la concepción del Tratado de Versalles (28 junio 1919) –mal llamado tratado de paz, por sus draconianas medidas restrictivas, compensatorias y pago de indemnizaciones– humilló al vencido y favoreció la precipitación de Hitler al poder en 1933.

La Gran Guerra es sinónimo de algunas recordadas batallas:

Primera batalla del Marne (Ago.-Set. 1914)

Tannemberg (Ago.-Set. 1914)

Galípoli, llamada también Dardanelos (1915)

Verdún (1916)

Somme (1916)

Ypres (1918)

Segunda batalla del Marme (1918)

El armisticio que puso fin a los combates se firmó el 11 de noviembre de 1918 y el Tratado de Paz –germen de la Segunda Guerra Mundial–, en Versalles el 28 de junio de 1919. Alemania finalizó totalmente el pago de las reparaciones de guerra el 3 de octubre de 2010.

La guerra constituye uno de los actos más trágicos en la vida de los pueblos y, por desgracia, también una de las más frecuentes maneras en que se han intentado resolver las disputas en la historia. Por mi parte, sigo pensando que la guerra es un renunciamiento a las escasas pretensiones de la humanidad.

*Embajador de la República Argentina

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Miércoles 19 Noviembre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Martín Balza