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Opinión

La invención del no-nacido: una red de mentiras

En días pasados, a propósito de una investigación que realizo, me encontraba leyendo sobre la legislación estatal que existe en diversos estados de EE.UU. respecto al derecho al aborto, me llamó con particular atención el caso de Missouri -uno de los sitios con más restricciones-, donde recientemente la legislatura ha promulgado el periodo de espera más largo para poder abortar, deben haber pasado 3 días, es decir 72 horas, posteriores a la primera visita al médico, no importa si el deseo de abortar es producto de violencia sexual o si es una niña.


Al respecto me atraparon las declaraciones del senador republicano, David Sater, quien señalaba: “Estamos hablando de la vida y la muerte de un no-nacido, estoy seguro que al no nacido le gustaría ver que su madre tiene 48 horas más, para decidir si realizarse o no un aborto”.


Sospecho que hay muchas cosas que al “niño no nacido” le gustarían: atardeceres y perritos, burbujas de colores y pintarse bigotes de gato en las mejillas. Tal vez este no-nacido se convertiría en Presidente o Papa, claro, solo si es varón y nace como sujeto digno dentro del matrimonio y parto natural de una maternidad obligatoria, suicida y autosacrifical, y es que en ese mito, comienza la red de mentiras que entraña la ficción del no nacido, un concepto, contradictorio incluso en sus propios términos.


Ya que no hay ningún niño sintiente, ningún bebé acurrucado y poseído por una voluntad política. Solo hay una burbuja, una mórula, embrión o feto que no tiene autonomía ni ningún derecho que no sea el que, el sujeto que le alberga quiera conferirle.


Tal vez esto último sea lo que la élite cavernaria no le perdona a la FIV (fertilización in vitro), y a otras técnicas de reproducción asistida, el desestabilizar cualquier homologación de lo biológico con lo natural, es decir, estas técnicas han sacado literalmente a la luz los aspectos hasta entonces ocultos de la reproducción humana, la formación y desarrollo del embrión.


Al hacerlo, en una sociedad del espectáculo, el giro del conservadurismo ha sido convertir a la mórula, embrión, y feto en la cosa-en-sí, objetos de fetiche, como señala la bióloga y filosofa feminista, Donna Haraway, íconos para configuraciones de personas, familia, nación, origen, libertad de elección, vida y futuro.


“La imagen visual del feto es como la doble espiral del ADN: no un mero significado de la vida, sino también ofrecido como la cosa-en-sí. El feto visual, de la misma manera que el gen, es un sacramento tecno-científico. El signo se transforma en la cosa en sí a través de la transubstanciación mágico secular ordinaria (.....) la cultura visual científica secular está al servicio inmediato de las narrativas del realismo cristiano”. (Haraway, 2004)


Una mórula, embrión o feto no es un ser humano, una mujer sí. La idea del feto como “sacrum moderno”, es como bien señala la historiadora alemana Barbara Duden, en su libro “Disembodying Women: Perspectives on Pregnancy and the Unborn”, de 1993, un fenómeno sumamente reciente, en el que se le da al feto un cuerpo, a costo de dejar a las mujeres sin cuerpo, se humaniza la imagen del embrión, desplazando o reteniendo a las mujeres en la zona de lo no-humano.


Esta red de mentiras que es el concepto de “no-nacido” encuentra su correlato en un arreglo institucional en nuestro país, donde a pesar de que desde 1971 existe la figura de aborto no punible cuando está en riesgo la salud de la mujer, no existe en el panorama de responsabilidad pública con la ciudadanía, salud y vida de las mujeres, atisbos de hacer que la ley se cumpla, es decir crear los protocolos y mecanismos para que los entes que brindan servicios de salud puedan llevar a cabo este procedimiento médico con seguridad jurídica y normalidad.


He ahí otra mentira: el aborto no es normal. Al repetir la fantasía gore, terrorífica, que criminaliza los abortos, protegemos esta mentira. Hemos aprendido a pensar con vergüenza y miedo sobre el aborto. Hemos aceptado la idea dañina que una persona que quiere un aborto debe humillarse ante las conciencias de los demás. Cuando la verdad, es que todo aborto libre, seguro y gratuito, es terapéutico, porque todo aborto es el inicio de un proceso de creación, curación y liberación.


En América Latina, anualmente se realizan 3.700.000 abortos inseguros, de los cuales el 17% produce muertes maternas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mayoría de estos se realizan en condiciones de clandestinidad, que ponen en riesgo la vida de las mujeres.


En nuestro país, donde según el Patronato Nacional de la Infancia, son cientos las niñas violadas y embarazadas-esclavizadas sexualmente- obligadas a devenir en madres, y a convivir con su padrastro, primo u abuelo que les violó, es un deber del Estado dar justicia y cesar la impunidad, y como parte de ello ofrecer alternativas entorno a la maternidad.


Aborto seguro, libre y gratuito, es un imperativo, cuestión de justicia, no de creencia, individualismo o giros metafísicos, que mientras en Costa Rica no es efectivo, es síntoma de un régimen autoritario, sexista y patrimonial que tiene como sostén el contrato sexual reflejo de una sociedad estructuralmente desigual.

 

* Punto Focal Centroamericano Global Youth Coalition

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Miércoles 01 Octubre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Edvan Cordova Vega * / [email protected]

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