Rocío Venegas Chavarría, enfermera que logró sobrevivir tres días en el cerro Chirripó, a una altura de 3400 metros sobre el nivel del mar, rompió el silencio y conversó con DIARIO EXTRA de su experiencia en un lugar que ella llama un paraíso.
La caminante, de 42 años, nos recibió en su vivienda ubicada en Calle Blancos donde agradeció a Dios por la nueva oportunidad que le dio, su deseo por volver a la inhóspita zona junto a sus tres ángeles terrenales que espera ver pronto.
Sentada en el sillón de su casa y mucho más relajada, aseguró a los lectores del Periódico de Más Venta en Costa Rica que le ayudó mucho haber visto programas de sobrevivencia.
“Veo mucho programas donde dan este tipo de historias, me gustan los deportes en especial el atletismo y anhelo escalar otras montañas, subir a la cima y ver la inmensidad. Los conocimientos que tengo en salud me ayudaron a no desmayar, tengo presente que Dios existe, me di cuenta que soy fuerte y no me rindo”, explicó.
Esta amante de la naturaleza agrega que en todo momento estuvo en contacto con el Creador.
“Llegué muy bien, fui sola porque el grupo con el que iba me quedó mal, como estaba en vacaciones decidí subir pues siempre lo había pospuesto. Llevaba una cuchilla, el bastón, mi poncho, un reloj, zapatos adecuados, ropa impermeable, un foco pequeño y un maletín. Cuando llegué estaba feliz, vi la grandeza de Dios, me sentí como un grano de arena en esa inmensidad”, recordó.
SE CONFIESA EN PIEDRA
Esta valiente mujer y distinguida enfermera en el hospital México continúa su relato.
“La neblina contribuyó a que me desorientara, estaba controlada, empecé a buscar donde pasar la noche, me senté en una piedra, bajé mi cabeza y le dije: estoy perdida, puedo morir es tu decisión, tu sabrás cuándo me llevas, abrí un atún me comí dos cucharaditas y seguí. Había bastante agua, eso me tranquilizó, llevaba chocolates, busqué un área seca donde existiera visibilidad, armé unas ramas y puse un SOS, mi mente tenía que trabajar”, acotó.
Llegó la primera noche con algunas dudas sobre si lograría soportar temperaturas bajo cero.
“Me dije que iba a morir, estaba asustada por pasar la noche sola, no dormí, empecé a marchar luego hacía ejercicios y empecé a rezar con una esta estampita de las Tres Divinas Personas. Pensaba que si llovía no podría sobrevivir. En el día gritaba y luego hacía silencio por si escuchaba algo”, dijo.
PASTA CON SABOR A GLORIA
“Estaba agotada, no podía más, me hinqué, bajé mi cabeza y le pedí a Dios que me llevara, no podía soportar más era demasiado el frío que sentía, solo quería morir sin dolor. Pedí perdón a mi madre por ocasionarle este dolor, soy tuya y ayúdame a irme en paz de inmediato, escuché una avioneta y supe que me andaban buscando, con una fuerza interna empecé a gritar”, manifestó.
Venegas comenta que pensó que su cuerpo le estaba fallando por lo que empezaba a escuchar voces, pero se dio cuenta que no era así.
“Oí una voz que decía, siga gritando y yo le respondía, ayúdeme y cada vez los escuchaba más cerca sentía una emoción indescriptible. Asegura que cuando vio a sus tres ángeles cayó de rodillas y empezó a llorar. Cuando vi la primera cabeza caí de rodillas y lloré. Llegaron, me tocaron el hombro y me dijeron que si estaba bien, luego que hicimos una oración. En esos momentos lo que más deseaba era un chocolate caliente y macarrones y eso fue precisamente lo que me llevaron”, enfatizó.
VOLVERÁ AL CERRO
Rocío Venegas asegura que volvería a subir. “Quiero que don Abelardo sea mi guía pero antes quiero localizarlo y conversar con él, Dios los va a bendecir siempre son mis tres ángeles, fueron las primeras caras que vi después de tres días de no ver a nadie. Cometí mis errores, pedí disculpas. El cerro no tiene la culpa, es un lugar maravilloso que tienen que ir a visitar con sus guías, que son expertos y con una gran vacación por ayudar”, finalizó.
Venegas agregó que Dios está deseoso que las personas lo busquen y estará ahí porque nunca nos deja y perdona nuestros errores.