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Opinión

Retos pendientes en la niñez

Cuando yo era niña, celebrábamos el Día del Niño. Hoy, se incluye por fin a los dos y se celebra el día del niño y de la niña. ¿Por qué esa necesidad de evidenciar la diferencia? ¿Hay realmente una diferencia entre niños y niñas? Pues sí que la hay: estas recibirán menos paga, más violencia en las calles y en las casas, tendrán menos posibilidades de acceder a educación superior y a puestos de poder, etc. La lista es larga pero en cuanto a la capacidad reproductiva el panorama es bastante simple: como niñas, las mujeres recibimos el peso social para ser madres con el alegato de que para realizarnos como mujeres necesitamos ser madres, y nos pintan una imagen en que las mujeres que no optamos por procrearnos o criar somos egoístas.

 

Al mismo tiempo, se asume con naturalidad que las mujeres que se embarazan se encontrarán en muchos casos solas con la carga de una crianza, con posibilidades de no conseguir trabajo, de ser despedidas por el embarazo o la maternidad o simplemente verán sus posibilidades de acceder a puestos y remuneraciones más altas disminuidas. Ese es el futuro más probable de una niña. Hace poco una publicidad de jugos mostraba una niña jugando a amamantar. 

 

Lo que debería tener de reacción corazones encogidos de pena y rabia en las caras resulta siendo algo que no inmuta.

 

No nos inmuta el hecho de que para que una niña se convierta en madre, tenga necesariamente que haber sido víctima de violación como lo indica el Código Penal al establecer que toda relación con menor de 13 años es una violación y por lo tanto delito. No nos conmueve ver a una niña de 15 con otra niña en brazos que es su hija.

 

Cuando hablamos de embarazos en adolescentes no hablamos únicamente de un problema que debe atender el estado. Hablamos de cómo nuestras costumbres y tradiciones perpetúan la idealización de la maternidad desde nuestra más temprana infancia neutralizando así cualquier señal indignación y acción ante estas realidades.

 

No siempre es fácil hablar de sexo. Cuando era niña, mi madre nunca me habló claramente de sexo pero me dijo algo que le he agradecido toda la vida: la que decide soy yo y nadie más que yo. Ni mi padre ni ella ni el resto de la familia así como ni la sociedad ni las iglesias ni el Estado podían decidir sobre mi cuerpo de niña y luego de adolescente.

 

Esa fue mi experiencia pero no hay que olvidar que la educación para la sexualidad debe de ser provista por el Estado en atención del cumplimiento de los compromisos jurídicos nacionales e internacionales.

 

Las niñas y los niños son personas. Parece obvio pero no lo es.

 

Esas niñas y esos niños tienen derechos inalienables que incluyen el derecho a que se les escuche y se les considere en todo lo que les concierne, pero que para que puedan tomar decisiones se conjuga otro derecho, el de tener acceso a educación pública, científica y laica, la cual sin duda alguna incluye el aspecto sexual y reproductivo en todas las etapas de la vida y en consideración de su desarrollo físico y emocional.

 

Por otra parte, si bien Costa Rica tiene el deber de preparar a los niños y las niñas “(…) para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena. “

 

(Art. 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual por cierto no usaba aun lenguaje género inclusivo), no podemos olvidar que recae en todas las personas a título individual, la responsabilidad para que nuestras niñas y niños sean personas que sean felices, sanas y realizadas con sus proyectos de vida y que para eso tenemos que actuar consecuentemente en la vida diaria.

 

Regálele a las niñas y niños en su vida y su cotidianidad un libro que les expanda el mundo, un rompecabezas que desarrolle su capacidad de resolver problemas, un oso o un conejo de peluche que permita sentir empatía por los animales o unos patines o bicicleta que le permita sentir la libertad y la aventura.

 

Si desea ser convencional, y en particular si es una niña a quien celebra explíqueles que una barbie no es una persona, que son cuerpos de plástico, que las personas tenemos órganos genitales, vello corporal, arrugas, rollitos, espinillas y cicatrices y si le regala un muñeco que parezca un o una bebé de meses explíquele que sólo las mujeres adultas tienen las condiciones idóneas para convertirse en madres pero que todas tenemos el derecho de decidir sobre nuestros cuerpos, nuestra sexualidad y nuestra capacidad reproductiva, y que eso significa que cada una podrá decidir si quiere o no tener descendencia, así como el número de hijos o hijas y el momento en que le parezca más adecuado o conveniente.

 

Regálele a esa niña o ese niño libertad.

 

* Abogada

PERIODISTA:

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Miércoles 10 Septiembre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Larissa Arroyo Navarrete * / [email protected]

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