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Opinión

Sin tapujos

Algunos hospitales nacionales ocupan espacios en la prensa por motivos poco encomiables. El Calderón Guardia con las córneas robadas y el de Niños por las altas tasas de mortalidad en las cirugías cardiovasculares. Y no desaparecerán en los medios ni en los comentarios ciudadanos por buen tiempo.


Ahora bien, aunque los imputados por conductas impropias, aún en áreas tan sensibles, tienen el derecho constitucional a defenderse, las negligencias palmarias o evidentes no admiten discusión ni discrepancia.


Motiva tal comentario la desatención del Hospital San Juan de Dios descuidos que no requieren atravesar sus paredes, aunque impulsan a no pensar bien de lo de lo que ocurre dentro de ellas.


Para justificar lo expuesto basta caminar, sin mascarilla para los malos olores, por la acera de tal centro médico en la zona inmediata al puente peatonal del Paseo Colón y enfocar la mirada hacia los cartones y desechos orgánicos que la indigencia, ya casi dueña del centro capitalino, exhibe a propios y extraños en tal zona del hospital colindante con la principal avenida josefina.


Cerca del estercolero denunciado resalta otra falta, ésta de previsión de la administración o dirección del expresado hospital. Nos referimos a la entrada del edificio frente a la mencionada avenida, con apenas l.50 metros de ancho, y por la cual entran y salen diariamente decenas de millares de enfermos, familiares de éstos y visitantes diversos.


El edificio cuestionado es patrimonio nacional y se nos dirá que tal entrada no puede ser objeto de ensanche. ¿Pero pueden ignorar las autoridades hospitalarias el riesgo de millares de personas en un eventual terremoto para escapar por esa angosta vía y superar después los obstáculos de sillas, mesas, mercancías y sombrillas de vendedores ambulantes en la acera inmediata, sin un espacio similar al señalado en el pavimento con rayas blancas?


¿No pueden los jerarcas del San Juan poner coto a tales fallas? ¿Tan difícil resulta asignar a un miembro del personal de limpieza la diaria tarea de sanear el expresado muladar? ¿O negociar con los vendedores ambulantes devolver el fácil acceso y salida del hospital a sus visitantes e impedir una previsible catástrofe? ¿Acaso hay que afectar el sagrado derecho al sustento de esos laboriosos y pequeños comerciantes y no solo reglamentarlo sin perjuicio para los usuarios de ese centro médico?


En todo caso, no deben desoír estas quejas y calificar de periodismo amarillo expresarlas. Como sabemos sucede.

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Martes 19 Agosto, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Rodolfo M. Santos Lara

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