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Opinión

Un mundo más sobrio

Para las fiestas de fin de año mi abuela materna preparaba siempre algo especial. Recuerdo una vez, siendo muy niño, alistar una gallina enorme, negra, de un cuello largo como el de las bailarinas rusas, pero ya viejas, tenía unas patas grandes y feas, hacía un ruido, un gorgoreo extraño, como el que hacen las personas a las puertas de morir.


El animal era un chompipe. El raro plumífero estuvo en nuestro patio desde unos meses antes que mi abuela le jalara el pescuezo; creció mucho, gracias a una sobrealimentación interesada y perversa. Nunca imaginé el fin que le esperaba. Llegado el día y unas horas antes del sacrificio se le emborrachó con ron. Su embriaguez fue la antesala de su final, ebrio su carne es suave y gustosa. Confieso que lo comí con gusto y mi pesar ante su terrible muerte fue borrado por la prédica de un familiar que en medio banquete se atrevió a decir: “Dios lo ha provisto para nosotros al igual que el resto de la naturaleza para nuestra satisfacción y goce”.


Hoy ha caído el telón de la FIFA y en la embriaguez colectiva pocos han reparado sobre la sangre derramada, y no me refiero a los mordiscos de Suárez, ni a la vértebra rota del jugador brasileño, o al pómulo abierto del alemán en los últimos minutos del cierre mundialista. En el nuevo circo romano televisado no corre tanta sangre – al menos cristiana y occidental - lo que corre es mucho dinero, y el espectáculo sirve de paso para que millones de personas miren hacia otro lado y no reparen en el sacrificio atroz de sus congéneres. El malestar reportado se reduce a las mañas de la FIFA y a las expectativas frustradas.


Hace tan solo un mes, el 12 de junio, el mismo día que inició el Mundial, se dió a conocer el resultado de una investigación de la Universidad de Oxford: 10.000 suicidios atribuibles a la crisis económica que sacude a Europa, tan solo entre el 2008 y el 2010. La carne la aportan unos y otros la disfrutan. En estas cuatro semanas nadie reparó sobre el asunto, no ha habido tiempo ni interés, la atención se fijó en otros datos estadísticos y “scores”.


La sangre derramada, en medio de la borrachera balompédica, toca también el sacrificio del pueblo palestino. Su país convertido en “ghetto”, en cárcel a cielo abierto, en oprobio y vergüenza para los que todavía experimentan rubor y pena ajena. Los palestinos, los originarios semitas, los herederos legítimos del mismo judaísmo, los parientes más cercanos y nunca antes exiliados pero ahora en diáspora, destrozados, convertidos en carne quemada por el fósforo blanco, por los drones, los aviones y toda la parafernalia bélica a manos de hordas sionistas que emulan la “Shoa” que cometiera el nazismo alemán.


Los sacrificados de ayer no comprenderían que en su nombre y bajo su justificación se cometan las mismas carnicerías. La misma lógica de pueblo escogido con patente para llevar al sacrificio a los no escogidos de Dios. La cruz gamada y la estrella de David, los hornos de ayer y el estrangulamiento planificado de hoy, el mismo cinismo brutal y asesino. Las mismas justificaciones de ayer: guerra preventiva, defensa legítima ante el terrorismo del más débil. Sabra y Chatila cual Noches de cristales rotos y Cuchillos largos. El Reichstag quemado por mísiles caseros de poca efectividad pero de acertada justificación. Un terrorismo motivado en el acorralamiento y la desesperación. Un nazi por cien judíos, tres jóvenes israelíes por cientos de muertos en una semana. La indiferencia - por no decir complicidad – de anglosajones y la OTAN sacrifican el cordero palestino.
Mancillados. De Palestina casi no queda nada, de los territorios ocupados desde 1948 a la fecha restan unos cuantos cientos de kilómetros cuadrados; el hacinamiento, el miedo, la escasez de recursos controlados y arrebatados, la falta de una perspectiva de salida, la huída masiva hacia otros países, conducen a la desesperación y desaparición definitiva de Palestina. Es triste, pero literalmente están condenados a desaparecer. Corren igual suerte que el pueblo armenio, hoy olvidado, de kurdos y otros pueblos divididos e inventados como el de Irak, gracias a los desmanes de potencias imperiales y coloniales de factura europea. La Europa que hoy presume de derechos humanos recién bombardeó Yugoslavia, invadió Irak, destrozó Libia y arremete contra Siria.


Paradójicamente y, en los mismos días, otros judíos son sacrificados bajo la metralla y los obuses del neofascismo ucraniano; sus casas, escuelas, hospitales y vidas destrozados. Slaviansk, Donetsk y otras ciudades barridas por la nueva Luftwaffe ucraniana, tierra arrasada, carne quemada, vidas segadas. Desesperación en medio de intolerancia por origen étnico, por idioma y costumbre. En Kiev desfilan sin tapujo nazis luciendo esvásticas y saludos fascistas, los visitan John Kerry y John McCain. Nada pasa, nadie se inmuta, todo es culpa de los rusos y del diablo Putin. La abstracción “Occidente” -OTAN y USA- determina quiénes son buenos y quiénes no. Los judíos ucranianos huyen por miles hacia las fronteras de Rusia pero no cuentan con el apoyo y cobertura bélica, mediática ni diplomática de Israel; prístina hipocresía del país inventado de los Ben Gurion, Meir, Sharon, Netanyahu y demás criminales que siguen usufructuando el holocausto nazi en pos de un país inventado.


¿Y que pasa en Costa Rica? ¿En la diminuta arcadia centroamericana, cuna del pueblo más feliz del mundo, con más maestros mal pagados que policías también mal pagados, pero, bien entrenados por gringos, colombianos y militares israelitas? En medio del júblio nacional al recibir nuestra Selección de Fútbol el pueblo indígena de Salitre es mancillado por blancos puros, coludidos con la política tradicional. La ley indígena costarricense violada por los mismos partidos históricos del bipartidismo que niegan un minuto de silencio a favor del sufrimiento palestino. Todo esto en medio del mundial de los mordiscos y de las mordidas de árbitros tan corruptos como la propia FIFA. Deporte y política.


Corderos humanos. Palestina, Ucrania y Salitre, lugares sembrados en el mismo mundo, poblados de humanos, de seres humanos indefensos -no por chompipes embriagados- corren suertes paralelas, al tiempo que Messi es erróneamente premiado. Nuestro portero nacional Navas, olvidado. Otros se llevan los laureles, otros siempre juegan a ganar, ya sea en la cancha, en la banca, o en batalla desigual. Sacrificios de corderos humanos por la gracia de Dios y para el goce de los mejores, de los escogidos y de los triunfadores. La embriaguez de la FIFA ha terminado, el telón ha bajado, la resaca nos acompañará un rato mientras se prepara otro banquete y nuevos destilados nos harán tragar otras bárbaras injusticias.


Hoy vienen por los palestinos, los judíos ucranianos y los indios de Salitre, mañana vendrán por nosotros. Que la sobriedad y el amor al otro diferente nos acompañe. Injusticias en el Maracaná, en el mundo entero y en el patio de mi abuela. Los invito a un banquete diferente.

 

*Sociólogo

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Martes 22 Julio, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Daniel Lara

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