Las esferas de piedra más antiguas datan del año 1500, cinco siglos después de la llegada de los europeos a América el mundo adopta la expresión histórica de nuestros antepasados como patrimonio de la humanidad, aumentando el protagonismo turístico de la Zona Sur.
Patrimonio de la humanidad, así lo anunció ayer el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), organismo de la Unesco especializado en la conservación del patrimonio cultural.
Para ello realizó un análisis de materiales bibliográficos, escuchó el criterio de los expertos y el año anterior envió una misión técnica para tareas de evaluación.
Los sitios culturales que forman parte de la declaratoria son Finca 6, Batambal, El Silencio y Grijalba-2, ubicados en el delta del Diquis, en el cantón de Osa.
Costa Rica inició este proceso en junio del 2012, cuando anunció a la Unesco su interés en presentar la nominación de los sitios en la lista de patrimonio de la humanidad.
Este reconocimiento es un honor para el país, pero también supone una responsabilidad que debe asumirse desde diversos frentes, con el propósito de mantener en la memoria una pequeña parte de un pasado que ha luchado bastante para sobrevivir.
AUTORIDADES CELEBRAN RECONOCIMIENTO HISTÓRICO
En el territorio costarricense hay mucha riqueza cultural y natural, sin embargo este es el primer reconocimiento de esta magnitud, donde pasamos a compartir la herencia de los habitantes prehispánicos con las demás culturas del mundo.
“Me siento sumamente honrado, emocionado. Como costarricense y como historiador es un reconocimiento que debemos apreciar los suficiente, pues no es algo que se da comúnmente”, afirmó el presidente Luis Guillermo Solís.
“Es realmente poco lo que se puede hacer ante esta declaratoria, ahora se requiere más protección y más financiamiento”, añadió el mandatario durante el anuncio de la declaratoria.
También recordó que los productores de banano del siglo pasado dinamitaban las esferas porque creían que su núcleo era de oro, mientras que otras se dañaron por las quemas que se hacían para sembrar.
Elizabeth Fonseca, ministra de Cultura, reconoció que es sumamente importante que las comunidades de la zona sepan cómo cuidar el patrimonio, lo han hecho y continuarán haciéndolo por muchos años.
“Hubo un pasado indígena muy importante en el país, sabemos que es una zona económicamente muy deprimida, sin embargo ahí se ubica el único museo de sitio del país”, expresó la Ministra sobre el área que acoge a las nuevas piezas del tesoro cultural de la humanidad.
El costo de la participación en este reconocimiento es de ¢460 millones para el Estado costarricense, monto que según las autoridades del Museo Nacional es pequeño para tal reconocimiento.
El Instituto Costarricense de Turismo asumirá una serie de actividades con fines educativos en la zona para que los habitantes estén preparados para atender a los visitantes nacionales y extranjeros.
“Estamos trabajando con el Instituto Nacional de Aprendizaje para recuperar la gastronomía costarricense del área y enfocándonos al turismo rural”, declaró Wilhelm von Breymann, ministro de Turismo.
Este un proceso que apenas empieza, pero en el cual las autoridades deben estar al día con las recomendaciones para proteger la nueva joya de la humanidad.
