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Opinión

Editorial

Este fin de semana el país volvió a vestirse de luto al recibir la noticia de la partida de uno de los intelectuales y políticos más destacados de los últimos años, Alberto Cañas Escalante.


Desde las hojas de sus libros, dirigiendo un debate en el Congreso o a través de sus polémicas columnas, Don Beto, como lo conoce el pueblo costarricense, deja una huella indeleble en la historia de la nación que lo vio nacer.


Abogado, dramaturgo, narrador, ensayista, periodista, poeta, político y diplomático costarricense, nacido en San José el 16 de marzo de 1920. Era hijo de una familia acomodada de la capital, no obstante siempre fue un hombre de trabajo que luchó por alcanzar sus ideales y metas, comenzando por su buen desempeño en la Escuela Buenaventura Corrales, donde cursó la primaria.


A los 28 años fue nombrado embajador de Costa Rica en las Naciones Unidas, donde asistió en las sesiones que elaboraron la Declaración Universal de Derechos Humanos. Cuando regresó fue el primer ministro de Cultura, Juventud y Deportes que tuvo el país, encargándose de difundir el arte literario costarricense.


Fundador de dos partidos. Combatió al lado de Pepe Figueres y junto con él le da vida a Liberación Nacional. Luego toma la decisión de salirse de esa divisa política, pues consideraba que había perdido su norte y ahora era algo muy distinto.


Eso lo motivó a buscar nuevas trincheras y fundar otra agrupación política, que luego de tres campañas electorales logró romper con el bipartidismo y llevar a su candidato de oposición a la silla presidencial con el número de votos más alto en la historia patria.


Nunca olvidaremos sus “Chisporroteos”, cuando él mismo se denominó “viejo cascarrabias”, ni los debates que le enervaron la sangre a más de un político, especialmente por su forma tan poco protocolaria de hacer sus reclamos. Incluso el fuerte distanciamiento que nació entre él y los Arias, que lo llevó a abandonar la filas verdiblancas.


Odiado y admirado. Son muchas las anécdotas de quien además era un periodista de carácter fuerte, que no lo pensaba dos veces para llamar las cosas por su nombre, sin importar que eso hiriera sensibilidades. Desde las aulas también dejó un recuerdo entre quienes vivieron la experiencia de ser sus alumnos.


Honesto, trabajador, intelectual y amigo sincero. Así lo recuerdan todos lo que de un modo u otro lo conocieron y tuvieron la oportunidad de compartir con él algunas de sus experiencias.


El país ha perdido a una figura emblemática, un hombre que con su visión conservadora supo hacer historia, no solo como presidente del Congreso sino también cuando alejado de la administración pública siempre tuvo alguna opinión que dar, que la mayoría de las veces fue escuchada y analizada hasta por sus detractores.


Hoy Don Beto ya no está entre nosotros, las banderas de las instituciones de gobierno amanecieron a media asta, pero su legado no muere; sus obras literarias, sus columnas y sus debates siempre serán material de estudio entre quienes quieran conocer la esencia de los ticos.


Gracias, don Alberto Cañas. La prensa nacional, los políticos, intelectuales y académicos hoy lloran su partida, pero Costa Rica entera le agradece sus enseñanzas.

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Lunes 16 Junio, 2014

HORA: 12:00 AM

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