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Opinión

Cuidar el amor

Al referirse al egoísmo, el P. Larrañaga no lo señala como “el enemigo principal del amor, sino el enemigo único que, disfrazado de diferentes ornatos, se constituyen en la negación misma del amor”. Como para tenerlo muy en cuenta a la hora de fijarnos en los malos brotes que, en algún momento, suelen aparecer en el seno del matrimonio y la familia, pocas veces de modo descarado, casi siempre enmascarado.


Jamás hay razones para el egoísmo. Lo que se dan son racionalizaciones, o sea, “pretextos, excusas, disculpas para quedar bien, encubrir intenciones, justificar una conducta”, puntualiza nuestro autor. Y añade: “Lo que quiere decir, que cuando frecuentemente pronunciamos el término amor, en el fondo se trata de un egoísmo disfrazado. Esta es la razón por la que hemos denunciado desde el primer momento el carácter terriblemente equívoco de la palabra “amor”.


De ahí la absoluta necesidad de la autocrítica en lo que respecta a la comprensión y vivencia del auténtico amor. Una autocrítica que hay que hacer especialmente apenas asome la crisis conyugal. No dar largas al asunto e involucrar al cónyuge respectivo, amén de buscar, si es necesario, la ayuda de los entendidos y, desde luego, del que es el Amor (véase primera de Juan 8,4) y fuente del verdadero amor.


Más aún, habría que prevenir a buen tiempo el posible enfriamiento de aquel “primer amor” no atendido y alimentado oportunamente, como se tiende y alimenta la llama de un fuego expuesto a extinguirse si no se atiza.


Pero y como lo declara el P. Larrañaga, “el egoísmo renuncia al esfuerzo de proporcionar combustible al fuego, se despreocupa de cultivar la planta y abandona la alimentación de la llama viva”. El amor es ese fuego, es esa planta que, si no se cuidan, si no se alimentan, languidecen y mueren”. Y muerto el amor, ¿qué sentido tiene el matrimonio? De ahí la importancia de tenerlo en cuenta, ampararlo y fomentarlo.


Si usted no se ejercita, su físico se debilita poco a poco, se atrofia y muere. Lo mismo el amor. Si no ve aviva y mueve, acaba. Hay que mantenerlo en movimiento para que viva. La vida es movimiento. El amor es movimiento porque es vida.


En caso contrario y como lo advierte el P. Larrañaga, “basta descuidar la atención del amor, basta descuidar el cuidado del amor…, y se desvanecerá en el corazón de los esposos”. Y esto sin más. “Así como una llama –añade- puede estar lánguida o vibrante según la cantidad de combustible de que se disponga, de semejante manera el amor puede estar ardiente o mortecino según el grado de cuidado o descuido”. Y, “en cuanto más fuerte y alto es el amor, más crecen los deseos de cuidarlo y alimentarlo”. En caso contrario, sobreviene la frialdad, el distanciamiento, el desencanto, y hasta la muerte del amor.


Ciertamente, que el amor es un carisma, un don para sí mismo y el otro, pero es también una responsabilidad de cada quien, lo mismo que la vida, lo que se es y lo que se hace. Y entre lo que se hace, están las constantes y crecientes muestras de dedicación y entrega, de amor, al otro, especialmente entre los cónyuges en el seno del matrimonio y la familia.


Cierro el escrito con estas recomendaciones del P. Larrañaga: “En la práctica, ¿qué hacemos? Entrar y comprometernos en el gran capítulo de los pequeños detalles.


Tomar conciencia de los respectivos gustos, aficiones y preferencias, en los niveles culturales, en los usos y costumbres alimenticios, en los estilos y modas…


En el día menos pensado presentarse con su casete favorito, el libro más deseado por el cónyuge, enviarle desde el extranjero abundantes tarjetas, celebrar todas las fechas importantes y emblemáticas de la historia del amor…


Tomar conciencia de las mutuas divergencias de criterios de vida, jerarquías de valores, reacciones temperamentales para evitar discusiones inútiles, para saber callar, para saber ceder en el momento oportuno a fin de que las discusiones no se transformen en confrontación, y esto recíprocamente.


Son pequeños bocados. Trozos de leña para el fuego, a fin de que la llama del amor se mantenga encendida en el hogar, estancia, en que ningún anhelo quedará insatisfecho. Como se ve, la construcción de la fidelidad es como un lago de innumerables círculos, una empresa en que entran en juego millares de pequeños detalles en el transcurso de los años”.

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Sábado 15 Febrero, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Juan Luis Mendoza

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