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Opinión

Los líderes sindicales no respetan la libertad

La libertad de asociación, correctamente entendida, ha sido durante mucho tiempo un principio del trabajo, sobre esto Alexis de Tocqueville escribió: "El privilegio más natural del hombre, junto con el derecho de actuar por sí mismo, es la de combinar sus esfuerzos con los de sus semejantes y de actuar en común con ellos. El derecho de asociación, por lo tanto, me parece casi tan inalienable en su naturaleza como el derecho a la libertad personal. Ningún legislador puede atacar sin menoscabar los fundamentos de la sociedad." Pero los sindicatos han torcido retóricamente la libertad de asociación en una fuente especial de saqueo que niega fundamentalmente la libertad de asociación. Como Frédéric Bastiat dijo, si el privilegio especial de protección del Estado frente a la competencia, el monopolio, se concede a un único grupo; los trabajadores del ICE, por ejemplo, esta ley se convierte obviamente en saqueo legal.


En Costa Rica podemos ver como los sindicatos abusan de su poder y desencadenan consecuencias negativas.


La dominación sindical y otros aspectos de la intervención política, conducen a la obtención de crédito fácil por parte del gobierno con el cual hacen malas inversiones; podemos ver el ejemplo del sindicato de JAPDEVA, que es uno de los que más colaboran con la ineficiencia. Exigen una cantidad de beneficios excesivos que perjudican no sólo a los contribuyentes, sino que podemos ver sindicatos como el ANDE y APSE, que perjudican frecuentemente la educación pública de los menores interrumpiendo repetidamente sus labores; que además deben ser remuneradas por el Estado.


Pero el gobierno ha dado a los sindicatos una serie de privilegios especiales; la libertad de asociación no justifica estos privilegios especiales, de hecho, son incompatibles con la libertad de asociación; ya que en la práctica significa, la libertad de los sindicatos para obligar a los trabajadores y empleadores a asociarse con ellos, negando la propia libertad de asociación.


Los trabajadores de estas empresas estatales realmente no cuentan con un derecho a la libre asociación, ya que están obligados a pagar el precio dictado de los servicios sindicales sin posibilidad de que sea voluntario.


La mayoría de los empleados manifiestan que no quieren un sindicato o no lo valoran suficiente como para pagar por ellos voluntariamente esos servicios, aunque ellos afirman que se les debe permitir imponer cuotas obligatorias ("seguridad sindical") debido a los servicios de negociación de los sindicatos. Los gastos de representación están inflados, por lo que muchos en "representación" constituyen costos que realmente van a fondos para sobornos políticos de preferencia de los sindicatos, a pesar la mayoría de los trabajadores sindicalizados opinan en contra de que el sindicato apoye las posiciones políticas, esto porque las cuotas sindicales en realidad se van para fondos a la políticos.


Pero el gobierno con mandato de representación exclusiva creó este potencial problema de parasitismo, y el abuso asociación sindical-forzada no justificado.


Como John Ransom lo resumió, "para los sindicatos la libertad de asociación significa que los trabajadores se les da un solo representante, una asociación, una voz no discrepante con cuidado siguiendo la línea del partido."


Eso contrasta con el reconocimiento de Thomas Jefferson que "el primer principio de asociación [es] la garantía para todos de un ejercicio libre de su industria y los frutos adquiridos por ella ", y que" el verdadero fundamento de gobierno es la igualdad de derechos de todos los ciudadanos en su persona y bienes, y en su gestión”.


La mayoría de veces no piensan lo que hacen, ni buscan una solución en bienestar de la sociedad, marchan sin objetivos.


No analizan que si hubiera un aumento de la productividad, en vez de un paro de las obligaciones laborales, generarían mayores ganancias, para tener mayores beneficios, mejor salario, relaciones obrero-patronales de mejor calidad. Su nivel de vida y la seguridad social son derechos que pretenden exigir, sin pensar cómo financiar estos beneficios; independientemente de la productividad o el estado de los mercados mundiales; no hay un "derecho al trabajo", cuando no hay trabajo que hacer. Los sindicatos se han encargado de señalar, denunciar y obstruir, pero no de dialogar, colaborar y construir.

 

*Directora Ejecutiva Instituto AMAGI Jóvenes Difusores de la Libertad

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Sábado 07 Diciembre, 2013

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