Editorial
La misión de todo padre y madre es la de cuidar, proteger, guiar y orientar a sus hijos, el proceso no es de unos cuantos años y en algunos casos le lleva prácticamente toda la vida y aún así hay pendientes.
Sin que ello signifique una sobreprotección, preparar a los hijos también es como se dice popularmente “una lotería”, puesto que hay casos donde la formación y orientación de los padres no es suficiente por los pasos que muchos de éstos terminan dando.
Pero ciertamente en medio de una sociedad enferma, ligada a riesgos muy grandes a través de flagelos como el de la droga y algunas modas que no les ayudan mucho puesto que los ponen a “vivir” a una velocidad mayor que la de su edad y sin responsabilidad sobre los actos, la obligación de reforzar ese resguardo debe ser mayor.
Lo decimos porque cada vez es más común ver a estudiantes involucrados en el tráfico de drogas en centros educativos, sirviendo como “burros”, incluso desgraciadamente hay casos donde usan hasta preescolares para enviar la mercancía.
Pero ahora también los mafiosos quienes se dedican a este negocio, han visto carnita de faisán en las famosas megafiestas. En muchos de estos eventos no sólo hay abuso con la ingesta de bebidas alcohólicas, también se mezcla el tráfico de drogas y en algunos casos hasta de sexo.
La situación tiene preocupados a bastantes centros educativos y a las mismas autoridades, las cuales han comenzado a trabajar en la materia, pero lo principal es si usted sabe en dónde están y qué hacen sus hijos.
Desgraciadamente hay casos lamentables en los cuales hay padres que permiten a sus descendientes el uso de drogas en el hogar, con tal de que no lo hagan afuera, pero al fin y al cabo ello alcahuetea el consumo y el daño es el mismo para sus organismos así como para la sociedad.
El trabajo de prevención juega un rol indispensable en esto, aunque ello se debe trabajar en casa por eso los consejos de un diálogo permanente, acercarse a los jóvenes y hablarles directo, conocer a sus amigos y saber a dónde acudirán a divertirse en sus tiempos de ocio es fundamental.
Ciertamente en el caso de estos “fiestones” debe existir alguna manera de garantizar una mayor regulación y los padres así como los centros educativos deben trabajar en una forma de asegurar que existan adultos responsables del comportamiento de los jóvenes en estas actividades.
Si bien no se puede generar y los eventos buscan en muchas ocasiones la recolección de fondos para proyectos estudiantiles, se hace necesario que se cierren las puertas a quienes ven en los mismos una ruta para introducir flagelos de este tipo.
La juventud de nuestro país tiene que poseer herramientas que les brinden seguridad y un ambiente sano, ni el consumo de alcohol ni mucho menos el tráfico de drogas y de sexo deben contar con opciones para infiltrarse en estas actividades.
Es imprescindible que la labor preventiva y estratégica sea desarrollada e implementada con autoridades de escuelas y colegios, del Ministerio de Educación así como de las entidades que brindan vigilancia y orientación en esta materia, pero sobretodo es urgente que los padres también se apunten a conocer realmente quiénes son los hijos que están formando en sus hogares.
