El marketing político

Toda persona que pretenda aspirar a algún cargo público debe someterse a la opinión popular, ante esta circunstancia una opción es desarrollar algún tipo de estrategia publicitaria para vender una imagen y así atraer a los votantes. Esta estrategia, también conocida como marketing político, es el conjunto de medios de que disponen los candidatos y sus partidos para crear, mantener y desarrollar los mercados de votos. Se trata entonces de influir en el comportamiento del ciudadano al acercarse las elecciones, tratando siempre de manejar y muchas veces de distorsionar la imagen del candidato y su grupo para ser más vendible.

Una campaña orientada por el marketing político hace que el mensaje sea uno. Dice lo mismo el slogan de campaña que la imagen del candidato. Hay un único mensaje dicho de mil maneras distintas. La llamada asesoría de imagen del candidato es una forma insistente, clara e inequívoca, de que el candidato diga, a través de gestos e imágenes, lo mismo que dice el resto de su campaña con palabras y demás elementos accesorios.

No obstante, se sigue tratando de una estrategia publicitaria. Así, el mercado no solo es una cuestión económica, pues se usa también para fines político -electorales.

Lo problemático de esto es que no se trata de una venta de ideologías y proyectos políticos, sino de cuál candidato tiene la imagen más popular para ser electo y convencer a la ciudadanía con una cara bonita, un jingle pegajoso o el slogan más trendy en redes sociales.

¿Quién no recuerda los slogans del “menos malo” y de “firme y honesta” en la campaña política anterior, pero cuántos son capaces de enumerar las principales propuestas de dichos candidatos? Los gestos en campaña funcionan de la misma manera: mientras hace cuatro años la Unidad Social Cristiana rifaba viviendas populares que nunca se concretaron y ahora Otto Guevara promete donar computadores a todos los estudiantes del país, sin existir estudio alguno que demuestre la efectividad de esas propuestas para palear los problemas de la falta de vivienda y la deficiente educación pública en Costa Rica.

Efectos peligrosos. El marketing político no es malo por definición, pues permite la incorporación de novedosas estrategias para dar a conocer a los candidatos; sin embargo, en el marco de una campaña política caracterizada por la desigualdad de recursos económicos y materiales entre los distintos partidos políticos, y la escasa discusión de visiones país en los medios de comunicación, el marketing político puede producir dos efectos secundarios peligrosos: la frivolización de propuestas como un mero producto de consumo, y el abstencionismo como muestra del descontento, especialmente de los jóvenes, con los mecanismos de participación política en este país. No es sorpresa entonces que cada día crezca más la desconfianza en nuestro sistema democrático y sus instituciones.

El destino de un proyecto político no es banal. Compromete la vida cotidiana de las millones de personas que conformamos nuestro país. Es responsabilidad tanto del Tribunal Supremo de Elecciones, como de los distintos candidatos y medios de comunicación facilitar y llevar a la población un debate político de peso, con ideas y propuestas, que no se limite a acusaciones personales, el mandato de los sponsors o las cifras de las encuestas contratadas. Una sociedad democrática solo es posible si media la participación cívica activa y guiada por principios políticos discutidos, debatidos y concertados como país.

*Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas, UCR.

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Martes 29 Octubre, 2013

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Antonio Trejos