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Opinión

Editorial

El conflicto que Costa Rica viene sosteniendo con el hermano país de Nicaragua por la invasión a Isla Calero, el daño ambiental a causa de dragados, debe verse más allá de la simplicidad.


Si bien es cierto hay argumentos de que en momentos en que se requiere mayor popularidad política en el país del norte recrudecen situaciones contra Costa Rica, el tema de fondo evidencia acciones expansionistas e intereses económicos de por medio.


El tema por supuesto implica afectaciones no sólo a la soberanía costarricense, sino que también se lleva entre las “patas” intereses legítimos de otros países (por afectación a mar patrimonial en el Caribe), y para muestra un botón la carta de protesta firmada por nuestra nación en compañía de territorios como Colombia, Panamá y Jamaica.


Los hechos deben verse de manera global para entender el tejido que se está haciendo. Hablamos del conflicto por derechos de límites marítimos sufridos entre Nicaragua y Colombia y donde un fallo de la Corte Internacional levanta preocupación por afectación a Costa Rica, Panamá o Jamaica.


Específicamente en nuestro caso se da primero un conflicto por el dragado en el río San Juan muy seguido de la invasión a Calero, caso en disputa en La Haya desde el 2010, sin un avance expedito lo que agrava el daño ambiental en la zona.


Nicaragua ha venido impulsando proyectos de desarrollo a lo largo de la frontera con nuestro país con infraestructura como el canal seco, una carretera y un aeropuerto, pero además se anuncia el interés de exploraciones petroleras en el mar. El panorama entonces comienza a tomar un mayor sentido.


Nadie se opone a un óptimo desarrollo en el norte, pero ello no debe ser a costa de lesionar los intereses del vecino.


Lo otro es ¿qué se puede esperar de una nación que no respeta a cabalidad medidas cautelares como las señaladas por la Corte Internacional?


Sí nos preguntamos cómo es que nuestras autoridades encargadas de vigilar la zona no se dieron cuenta cuando empezaron zanjear los nuevos canales.


Costa Rica ha optado por la vía del derecho para encontrar una solución al conflicto, y no podía ser de otra forma para un país como el nuestro. Sin embargo, el camino es lento y ojalá seguro.


Pese a ello, el daño a la zona es cada vez más evidente y la gran pregunta es si contamos con el apoyo suficiente de otras naciones para salir airosos en este asunto.

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Viernes 20 Septiembre, 2013

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