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Opinión

¿Queremos ser iguales o ser respetadas en nuestra diferencia?

Gloria Bejarano Almada / Tinta con Sentido

La celebración del Día Internacional de la Mujer nos permite hacer una evaluación de cuánto hemos avanzado en la lucha por lograr una mayor justicia y equidad; debemos preguntarnos cuánto menos vulnerable es la mujer hoy en día o qué medidas se han tomado para castigar y evitar la violencia de la cual es víctima, si en verdad existen las condiciones para acceder a puestos de poder, cumplir con sus metas de superación o recibir un salario justo.

Los principios que han inspirado la celebración del Día de la Mujer son claros: igualdad, justicia y desarrollo para la mujer sin importar sus diferencias étnicas, lingüísticas, económicas y políticas, sin embargo, este enunciado sigue siendo tan solo una aspiración, un anhelo para millones de mujeres en el mundo que siguen sufriendo discriminación, falta de equidad, violación a sus derechos, violencia física y psicológica. Sus demandas, sus logros o denuncias son minimizados en el mejor de los casos, en otros, como en el caso de las mujeres afroamericanas que trabajaron en la NASA contribuyendo significativamente al programa espacial de los Estados Unidos, fueron ignoradas e invisibilidades por varias décadas.

Los avances, si bien significativos en algunos campos, se antojan lentos ante la magnitud del problema que enfrentan millones de mujeres.  Y surge la duda si será que se ha puesto demasiado énfasis en querer la igualdad con el hombre cuando es evidente que somos distintos. Las mujeres hemos querido equipararnos a los varones, es verdad que somos iguales en cuanto a nuestra condición como seres humanos y los derechos que nos asisten, mas nuestras necesidades, nuestras aspiraciones, nuestra realidad, nuestros puntos vulnerables, nuestros anhelos son distintos. Tenemos una forma diferente de percibir la realidad, de ver el mundo, de sentir, de pensar, pero insistimos en querer ser iguales dentro de un sistema patriarcal que ha privilegiado lo masculino y que lo sigue privilegiando desde el momento que para poder destacar se debe aspirar a ser igual a los hombres, replicar sus conductas, llegar a sus mismas conclusiones.

Esta ha sido una lucha desigual, la mujer ha peleado en un campo de batalla donde rigen principios establecidos por un sistema patriarcal, que aplica las reglas que les favorecen y se aceptan sus condiciones para poder entrar a competir en “igualdad de condiciones”.  La religión en occidente, entre otros factores, ha contribuido a que se asuma la sumisión y dependencia como algo natural desde el momento que salimos de una costilla, desde el momento en que nuestras diferencias fueron vistas como debilidades y merecimos ser tuteladas, relegadas y protegidas.

El mismo uso del lenguaje ha conspirado cuando se usa el poder de la palabra en contra de la mujer, cuando se toman palabras femeninas para dar una connotación negativa así si queremos decir que es muy mal jugador decimos que “es una perra” por ejemplo.   Este manejo del lenguaje no es exclusivo del español, en China, en pleno siglo XXI, el trazo que se traduce como mujer, es usado como un radical que pone énfasis en otra palabra, así cuando se escribe divorcio se dibuja tres veces el trazo que se lee como mujer, el mismo trazo se usa para escribir chisme, diablo y otras palabras cuyo significado tienen una carga negativa. Vale acotar que existe un movimiento de mujeres en China que busca cambiar esto.

El camino que nos espera es largo y debemos evitar a toda costa seguir promoviendo una lucha estéril entre hombres y mujeres; promover la competencia o la rivalidad solo nos aleja de lo que debería ser nuestro objetivo: aprender a reconocer, como algo positivo y valioso, nuestras diferencias y privilegiarlas.  

Celebrar el Día Internacional de la Mujer debe llamarnos a la reflexión y convocar a hombres y mujeres por igual, a acabar con la discriminación y las conductas a veces crueles, a veces injustas, a veces absurdas que rodean nuestras vidas y las de nuestros hijos y nietos.

Hace pocos días ocurrió un hecho que muestra cómo, en pleno siglo XXI, las mujeres somos objeto de las más inadmisibles conductas aún en aquellos países que se supone han transitado por el camino de la igualdad, en Bélgica, un grupo de mujeres ciclistas fue detenido en plena competición porque estaban a punto de alcanzar al pelotón masculino…. las mujeres no solo salieron después, sino que fueron detenidas arbitrariamente.

Celebremos nuestra diferencia, hagamos de ella un motivo de orgullo y aspiremos a ser respetadas y valoradas por ser como somos, por haber sido creadas diferentes al hombre, por ser simplemente mujeres.

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Sábado 09 Marzo, 2019

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