Se debe invertir para pedir
Editorial
Gran cantidad de personas, por fuerza, deben viajar en bus. Algunas porque no cuentan con otros medios para transportarse, otras lo hacen para cuidar el medio ambiente y muchas prefieren no manejar en medio de tantas presas. Aprovechándose precisamente de esto, muchas empresas autobuseras solicitaron aumento en los últimos meses.
Resulta que varias recibieron incrementos bastante considerables, sin embargo, los usuarios piensan que se trata de un exceso pues algunas alzas superan los 50 colones y eso para muchos significa, en su presupuesto semanal, no poder comprar el pan de la mañana de alguno de los días, o varios en los peores casos.
Actualmente, hay siete autobuseras haciendo fila, pendientes de conocer qué les indica la Autoridad Reguladora de los Servicio Públicos (Aresep).
Esperamos que los aumentos se hagan a conciencia, que las empresas de verdad cumplan con lo ofrecido y que los usuarios no estén pagando por nada.
Entendemos que el precio de todo sube y la gasolina ya no alcanza por las presas que se presentan a diario; asimismo, cuando se tiene una empresa, se pretende obtener ganancias, sin embargo, no debe ser a costillas del usuario.
Pero no nos calza ver cómo los dueños de las autobuseras quieren que todo sea para adentro y nada para afuera.
Debido a reportajes y noticias dadas a conocer por DIARIO EXTRA, la ciudadanía sabe que algunos empresarios alteran la cantidad de gente que se traslada en sus unidades. Definitivamente, están teniendo más ganancias de las que reportan en muchas ocasiones, a pesar del mal servicio que brindan.
Si bien es comprensible que suba en algún momento del año el precio de los pasajes de autobús, se vuelve inconcebible que los empresarios no inviertan ni un poquito en dar mantenimiento a sus unidades y haya algunos buses que parecen del tiempo de Cristóbal Colón.
No entendemos con qué cara algunos empresarios piden que les incrementen la tarifa si, entre sus automotores, cuentan con vehículos que están llenos de bichos por falta de limpieza, en los cuales las ventanas no abren, el piso se levanta tornándose un peligro para los usuarios, que en cualquier momento podrían caerse por esos huecos y terminar debajo del bus.
Y ni qué decir de los que tienen agujeros en el techo. En invierno, se convierten en una pesadilla, pues casi hay que ir con el paraguas abierto dentro del autobús para evitar llegar mojados a nuestros destinos.
En este país nos vamos a los extremos… también se han dado los casos de buses que se prenden en llamas en medio de la carretera y en los últimos meses se ha incrementado la cantidad de automotores que sufrieron este desperfecto.
Pero, si esto aún no parece suficiente, en algunos casos los transportistas contratan a cualquiera para dar el servicio, y ciertos choferes piensan que no trabajan con personas sino con ganado, son malcriados y maltratan principalmente a los adultos mayores, las personas con discapacidad y las mujeres embarazadas.
Lastimosamente, además se reportan quejas con los horarios: aun cuando se supone que deben salir con cierta regularidad, a veces las reglas están de adorno. Es una irresponsabilidad, nadie repone el tiempo ni el dinero perdidos.
Ante este panorama, no entendemos cómo la Aresep aprueba aumentos para empresas que claramente no cumplen con los requisitos básicos para dar un servicio digno; nadie está pidiendo que nos trasladen en limusinas, pero sí en autobuses seguros.
A quienes no les aprobaron el incremento, esperamos que antes de volver a intentarlo primero hagan una revisión de sus unidades y su servicio para que de verdad se ganen lo que se les pagará de más.
Todos merecemos un trato decente, pero principalmente seguro. Y quienes ya viajan en colectivos deben zocarse la faja para pagar el pasaje o buscar una bicicleta, con el fin de no darles gusto a los empresarios.
Recuerde que siempre tiene la opción de denunciar malos tratos. Lo ideal es recibir un buen servicio, ya que por eso estamos pagando. Ojalá las autoridades busquen la manera de hacer una revisión de unidades, que verifiquen la cantidad de usuarios que viajan y que, cuando les aprueben un aumento de tarifa, sea porque en verdad se lo merecen. El usuario no tiene la culpa de la mala cabeza de los empresarios ni de las deudas ajenas al negocio que asuman estos.
