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Opinión

Inteligencia artificial y justicia laboral

Fabián Gamboa Corrales, abogado

El Código de Trabajo regula los derechos y las obligaciones de los patronos y trabajadores, en un formato que desde vieja data ha reconocido a ambas partes como toda persona física o jurídica que presta o emplea servicios materiales, intelectuales o de ambos géneros, en virtud de un contrato de trabajo.

Sin embargo es muy posible que la inteligencia artificial (IA) desafíe o cuestione estos postulados básicos, dado que puede transformar, mutar o desaparecer las relaciones laborales, llegando en ocasiones a desfigurarlas por completo, generando zonas abstractas o etéreas para el ordenamiento jurídico.

Para darse cuenta de la magnitud de lo que esto representa, según datos del Foro Económico Mundial, la IA y la robotización podrían crear tantos trabajos como los que desplazan, de tal suerte que se esté caracterizando esta etapa como una nueva revolución industrial: de los robots, tecnologías de la información o del internet de las cosas.

Por ejemplo, tomemos el caso de la economía mexicana, una de las más fuertes de la región, donde se espera que la IA impacte el 19% de los empleos, especialmente en manufactura y construcción. Además hemos visto los primeros e impresionantes pasos de Sophia (la robot humanoide de Hanson Robotics) o el primer presentador de noticias automatizado de la República Popular de China, así como los avances de las empresas Boston Dynamics, Tesla, Space X, Facebook, Google o las tiendas sin dependientes de Amazon en Nueva York.

Todo lo anterior presenta un problema capital, radicado en que la IA ha llegado a superar con creces la capacidad humana, trayendo consigo el abaratamiento de los costos productivos y la reducción del tiempo en que se ejecutan las labores, algo que los seres humanos difícilmente podremos desafiar, sin tener la posibilidad (al menos de momento) de mejorar la especie humana, con fines de alcanzar cierta superioridad en campos donde hoy nos encontramos en clara desventaja.

Otros datos sugieren que para mediados de la década de 2030 hasta el 30% de los empleos existentes en la OCDE podría estar en riesgo potencial de automatizarse. Lo que nos plantea serias disyuntivas y algunos problemas prácticos, que no dan señales de resolverse en corto plazo desde la perspectiva del derecho laboral, campo que me interesa destacar.

Póngase el supuesto de plataformas como Uber o Gopato, o tómese el caso de Cognitiva, empresa consultora que promociona el desarrollo de Watson, la primera plataforma de computación cognitiva abierta, capaz de ganar el concurso estadounidense Jeopardy.

Reconociendo el impacto que la IA representa en el campo laboral es posible que se manifiesten sustituciones graduales de personal por parte de las empresas, dadas las ventajas económicas que genera su implementación y el conocimiento que puede generar.

De este modo cabe anticiparse y por supuesto cuestionarse lo siguiente: ¿será posible calificar un hecho discriminatorio frente a un empleado autómata? ¿Hablaremos de despidos o de simples sustituciones de máquinas o sistemas? Ahora bien, ¿será necesaria la intervención del juez en la solución del conflicto jurídico o estos también serán sustituidos? ¿Podrá solicitarse la reinstalación en el puesto de trabajo cuando de por medio se encuentre un robot o un sistema informático?

Sin dejar de lado problemas como ¿dónde podrán colocarse los trabajadores sustituidos? ¿Qué papel jugará el Estado para equilibrar el interés empresarial y la ocupación de sus ciudadanos?

Aunque ya se aplica la IA en campos como el desarrollo bancario, seguros, salud, tiendas, municipios y telecomunicaciones, noto que Costa Rica aún avanza con pasos inciertos y clara lentitud. No sólo en la incorporación de la IA en las diferentes y variadas facetas económicas del Estado, sino también a nivel jurídico, sea jurisprudencial o legislativo, que por regla siempre se desarrolla con sosiego.

Por otro lado, creo que el desarrollo exponencial de esta nueva era no puede provocar un soslayo del individuo, ni una superposición del interés empresarial por el social.

La IA ofrece muchas oportunidades, entre ellas la cura de enfermedades, nuevos y mejores tratamientos médicos, transporte ágil, mejor educación, por citar algunas ventajas.

Por medio de políticas públicas coherentes e informadas la IA puede implementarse con sensatez, generándose la suficiente ocupación y sustento necesarios para todos y todas. Considero que debe explotarse con prudencia, garantizando que los hombres y las mujeres seamos factores adaptables e ineludibles de este progreso, no sus enemigos, ni una exclusión irrevocable de la sociedad.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Jueves 17 Enero, 2019

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Fabián Gamboa Corrales, abogado

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