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Opinión

El socialcristianismo no es una etiqueta

Dr. Carlos Araya Guillén

El socialcristianismo, más allá de sus principios metapolíticos (como decíamos los demócratas cristianos en la década de los años 60 y 70), es una vivencia personal y un compromiso de vida.

Basados en la Doctrina Social de la Iglesia, en la filosofía personalista francesa (Mounier, Lacroix), en el pensamiento humanista latinoamericano (Castillo Velasco, Duarte y Caldera), en la tradición bíblica judeocristiana y en el ideario social de don Jorge Volio y el Dr. Calderón Guardia, los políticos socialcristianos reclaman con sus acciones cotidianas la justicia social, la solidaridad, la democracia, la libertad y el significado profético de su denuncia contra las posiciones liberales, neoliberales y, en especial, el capitalismo manchesteriano de la Inglaterra de la Revolución Industrial y el materialismo dialéctico e histórico marxista leninista.

El rostro socialcristiano como ideología política se vivifica en la defensa del bien común (bonus commune) de la persona humana como causa y bien de todas las instituciones sociales. Defender la evasión, el nepotismo, la explotación, a los medios de comunicación manipuladores de realidades, la inmoralidad económica, los planes fiscales injustos en perjuicio de los más pobres y a los empresarios insolidarios que practican la evasión es, sin lugar a dudas, una afrenta a las convicciones más profundas del humanismo cristiano.

Por eso, el socialcristianismo no es una etiqueta ni un disfraz de campaña política para ganar votos. Tampoco un discurso surrealista para el logro de una igualdad que permita a los más humildes gozar de los beneficios de la educación, la cultura, la salud, el desarrollo social y económico. El socialcristianismo es un llamado a la conciencia: “Nunca más el poder ni el dinero por encima de la dignidad humana”. (Juan Pablo II)

La lealtad ideológica al pensamiento socialcristiano se vive en el partido, en la lucha electoral, en la convivencia vecinal y en el ejercicio de la función pública. Se comete un acto de felonía cuando los contenidos políticos, sociales y morales de la Carta Socialcristiana no son el paradigma rector de la acción política, sino una máscara para la defensa de intereses particulares.

Castigar a los sectores populares es un acto de irresponsabilidad moral porque la ética está interrelacionada con los frutos de la justicia social, la hermandad y la fraternidad. En otras palabras, la conciencia natural determina el ser social y nunca, bajo ningún motivo o circunstancia, el ser social a la conciencia.

Aceptamos y defendemos, los socialcristianos verdaderos, las concepciones tomistas y iusnaturalistas sin antinomias de ninguna especie. Nuestro testimonio y mensaje es a favor de la familia, del matrimonio hombre mujer, de la vida y en contra de la ideología de género, el aborto y todas aquellas formas de injusticia social.

¡Basta ya! Seamos socialcristianos genuinos. Defendamos la opción de los que menos tienen, porque abandonarlos en su pobreza material implica no reconocer el Evangelii Gaudium de nuestra doctrina.

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Miércoles 12 Diciembre, 2018

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