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Opinión

Educación sexual, juventud y VIH

Opinión

Las estadísticas del Ministerio de Salud sobre las poblaciones jóvenes infectadas de VIH-SIDA no pueden pasarse por alto.
Veamos en detalle. Durante 2016 y 2017 se dispararon los casos de jóvenes contagiados. Se habla de un aumento de 979, más del 87,2% son hombres y el 12% mujeres.
Las edades de los pacientes van de los 25 a los 34 años en promedio, pero algunas personas menores ya fueron diagnosticadas. Cabe mencionar que existe una cifra negra que de acuerdo con los expertos podría ser de hasta un 30% que aún no se diagnostica porque no se realizan las pruebas para tales fines.
Lo anterior pone a Costa Rica en alerta, pues de 2002 a 2015 se contabilizan 8.200 casos y si se suman los nuevos portadores, la cifra asciende a 9.179.
En promedio por año se diagnosticaban de 500 a 600 pacientes, pero el año anterior ese número se superó en más de un 50%.
En nuestro país más de la mitad de las mujeres y dos terceras partes de los hombres inicia las relaciones sexuales antes de los 18 años.
Estudios como la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Reproductiva han determinado que nuestros adolescentes empiezan su vida sexual entre los 11 y los 15 años.
Ese mismo informe reveló el año anterior que el 37,6% de las jovencitas de 15 años o menores de esta edad tuvo una pareja de 5 a 9 años mayor que ellas y el 22% se emparejó con alguien 10 o más años mayor. Esto evidentemente es un factor de riesgo porque esas personas podrían tener más parejas sexuales a lo largo de su vida.
En el caso de los hombres el 22,3% inició su vida sexual antes de los 15 años y tuvo una pareja de 5 a 9 años mayor y el 9,7% una 10 años mayor.
Entonces estas estadísticas del año anterior, tanto de los nuevos pacientes diagnosticados con VIH-SIDA como de las prácticas sexuales de nuestros jóvenes, nos muestran un panorama al que debemos ponerle más atención.
Sin ánimo de ser alarmistas estamos frente a una urgente situación que requiere control inmediato y refleja la realidad sobre el mal manejo de la sexualidad que por años ha caracterizado a nuestra sociedad.
Basta con consultar los números para darse cuenta del problema, 50 de cada 100 personas que padecen la enfermedad tienen entre 15 y 35 años. Es decir, estamos frente a una población económicamente activa y en teoría saludable.
De acuerdo con los estudios, son los hombres de este grupo etario los más propensos a contagiarse cuando mantienen en su mayoría relaciones íntimas con personas del mismo sexo.
Lo anterior, sumado a pacientes heterosexuales que definitivamente olvidaron tomar medidas precautorias al momento del encuentro sexual, es lo que hoy levanta la alerta en organizaciones nacionales e internacionales.
No es para menos, saber que los jóvenes son los protagonistas de una noticia negativa activa la alarma y tiene que llevar a las entidades rectoras en materia de salud, a las familias y los centros educativos a generar estrategias efectivas de comunicación e información en torno a un tema tan sensible, pero además tan ignorado.
Es justo y necesario agregar que la información, la comunicación y la capacitación en dicho tema son casi nulas en el sistema de salud y apenas retocadas en los salones de clases. En los hogares ni que decir.
Sin embargo un factor que jamás debería pasarse por alto y en efecto requiere atención de alto nivel son las relaciones sexuales en menores de 8 años, pues de acuerdo con los expertos es la edad promedio en la que nuestros niños están iniciando sus experiencias.
Así las cosas, antes de que una buena parte alcance la cedulación ya habría padecido enfermedades de transmisión sexual.
Lo anterior es simple y llanamente alarmante.
Entonces, si somos testigos de la problemática que la enfermedad podría crear en las generaciones jóvenes, ¿por qué no se actúa a tiempo?
No se trata solo de decirles a los muchachos que usen condón.
La sexualidad es integral y debe enseñarse primero en el seno del hogar.
Para nadie es un secreto que nuestros hijos aprenden en la calle todo aquello que en la casa no se conversa, eso no debe ser y debe evitarse.
La información que ellos obtienen de padres, abuelos o encargados será siempre en afinidad con sus valores y no tan contaminada y sesgada como la callejera.
Ahora todos los adolescentes hablan de sexo, lo cual no se puede controlar.
En este punto se hace necesario intensificar las charlas acerca de la sexualidad, las enfermedades venéreas y las consecuencias de una mala decisión en un momento meramente hormonal.
No obstante, la mayoría de las campañas y los presupuestos institucionales siguen enfocados en el embarazo adolescente, sin antes detenerse a pensar que los jóvenes deben saberse responsables primero de su salud y su vida, para enfocar el asunto como parte de la autoestima, amor y respeto personal.
Es fácil escuchar a un adulto decirle a un adolescente “cuidate de una panza” y siendo sinceros hay otros aspectos tan relevantes como la maternidad y la paternidad, que son obviados por completo.
Por ejemplo, los efectos sobre la salud de las relaciones íntimas sin protección.
Posiblemente si enseñamos a nuestros muchachos a tener relaciones sexuales responsables en plenitud, entiéndase un entorno óptimo, donde prevalezcan el amor, la dignidad y la integridad, y haciendo uso del condón como debe ser, evitaríamos embarazos y enfermedades a la vez.

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Sábado 24 Noviembre, 2018

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