Un privado de libertad logró fugarse de los oficiales de la Sección de Cárceles del Organismo de Investigación Judicial, quienes lo mantenían esposado en el cajón de la perrera que se estacionó frente al edificio judicial en Hatillo.
En medio de un fuerte aguacero el recluso empezó el movimiento de manos dentro del cajón, donde minutos después logró soltarse de las esposas para preparar el salto a la libertad y cuando se estacionó el carro, las dos compuertas quedaron hacia la pista, lo que le facilitó el escape.
Cuando los custodios, sin mayor experiencia en traslados de este tipo, llegaron a abrir los candados, el reo estaba listo y sin tiempo que perder sorprendió a los funcionarios quienes lo vieron salir y correr desesperadamente hacia la carretera de Circunvalación,
El sujeto quien cumplía prisión preventiva y se dirigía a una diligencia, pasó la baranda del puente peatonal y cuando iba a cruzar la calle, fue atropellado por un vehículo liviano, que lo lanzó varios metros hasta caer en la vía, sufriendo golpes en diferentes partes del cuerpo.
El sujeto era solicitado por el despacho judicial de Desamparados por robo agravado y trascendió que es un joven hábil y violento. Sin embargo, tras el fuerte impacto no pudo moverse debido a una lesión en el pulmón y fue nuevamente detenido y trasladado bajo custodia policial a la clínica Marcial Fallas y posteriormente al Hospital México.
Trascendió que donde se albergan las oficinas judiciales es una vivienda y que los detenidos son bajados de los vehículos que los trasladan en media calle, a la vista y paciencia de los transeúntes, dejando en evidencia la carencia de seguridad para los custodios, los mismos reclusos y usuarios, que visitan a diario la sede.
DIARIO EXTRA intentó obtener la versión del jefe de dicha sección, William Soto Solano, pero tras varias llamadas al número de la oficina, no obtuvimos respuesta para conocer qué hacían los funcionarios al momento de la huida.
Fuentes confidenciales agregaron que los custodios novatos están bajo investigación interna para determinar si existió negligencia, mientras que los jefes revisarán los protocolos de seguridad para evitar algún hecho mayor a futuro.