38 años es una vida para miles de personas, pero para un costarricense en específico es el tiempo que tuvo que esperar para cumplir un sueño y volver a visitar Rusia en conmemoración de un evento deportivo de gran magnitud.
Se trata de Claudio Jiménez, un ingeniero que pisó por primera vez dicha tierra cuando aún se conocía por el nombre de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y él tenía tan solo 17 años.
En esa ocasión, lo hizo para ser testigo de los Juegos Olímpicos Moscú 1980, durante dicho viaje acompañó a su prima, la exnadadora costarricense María del Milagro París, quien iba a participar en las justas deportivas.
“Creo que soy uno de los pocos costarricenses en la historia que ha estado en dos de los más importantes eventos deportivos de este país en los últimos 40 años, algo que me llena de mucha satisfacción”, dijo.
Jiménez viajó en compañía de la exnadadora y otros cuatro amigos, los cuales iban con una idea muy distinta de lo que era la denominada Rusia comunista, haciendo que ese viaje fuera algo particular en la época.
En esos años, viajar a esa nación se tomaba como algo incorrecto, pues se creía que al hacerlo se era adepto de la ideología socialista, creando estereotipos que muchos no podían entender a finales de la década del 70 y principio de los 80.
ERA TIEMPO DE VOLVER
Según comentó Jiménez, desde ese primer momento quedó maravillado por una cultura que era muy distinta a la acostumbrada en Latinoamérica y por eso volver era casi una obligación en algún momento de su vida.
En especial, porque con el paso de los años y conforme maduraba, reflexionaba sobre ese momento y las cosas que pudo haber hecho, por lo cual se prometió que si alguna vez retornaba le sacaría el máximo provecho.
“El volver era todo un sueño para mí, honestamente, en ese momento era muy joven para poder tomarle la gracia a una visita tan especial, pues ya sabe, uno joven ve la vida distinta y tal vez no le agarra tanto el gusto a algo”, agregó.
Al mismo tiempo, fue claro en que no solamente la juventud le hizo ver las cosas de una perspectiva distinta, sino también la época, ya que en ese momento la carrera armamentista y la Guerra Fría entre la URSS y Estados Unidos mantenían el ambiente tenso.
Ahora, a sus 57 años ha vuelto a una tierra que lo dejó encantando mediante un viaje envidiable, pues se tomó el tiempo de visitar otros destinos muy atractivos para finalmente ver a la Selección Nacional de Fútbol.
“Salimos de Costa Rica, nos fuimos por distintas ciudades, por lo que pasamos por Madrid, Bruselas, París, Praga, Moscú, para llegar a Samara y después del partido irnos a San Petersburgo, toda una experiencia única”, insistió.
Desde diciembre del 2017 inició con la compra de los distintos tiquetes de avión y las entradas de los juegos de la Sele, lo cual le llenó de ansiedad, debido a que sabía que la espera de casi cuatro décadas estaba a punto de terminar.
La amarga derrota del primer cotejo hizo que su retorno no fuera lo que esperaba en materia deportiva, pero eso no importa pues asegura que cada instante lo aprovecha para tener nuevas vivencias y remembrar lo vivido.