Editorial

Los niños deben tener su lugar

A quienes somos padres muchas veces se nos parte el corazón al ver niños que deben trabajar para llevar el sustento a sus hogares, mientras que sus padres están en la otra esquina viendo cuánto se ganan para arrancarles la plata de las manos.

Esta es una historia que se repite miles de veces todos los días. Por eso los adultos debemos poner un alto cuando vemos esas situaciones, porque detrás de todo hay episodios de violencia y agresiones.

Quizá hemos observado en más de una ocasión que los pequeños de las generaciones anteriores tenían que dejar de estudiar para trabajar y suplir las necesidades básicas de una familia.

Los tiempos han cambiado y ahora las instituciones intentan enfocarse en que los estudiantes no abandonen sus aulas y puedan concluir sus estudios normalmente.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) elaboró una campaña con el propósito de crear una generación segura, saludable y para eliminar el empleo infantil, meta prevista para el 2025.

Hacer una campaña tiene su antecedente. Este, en particular, enciende las alarmas de las organizaciones internacionales, gobiernos, sector privado y padres de familia.

Según la OIT, para el 2017, más de 152 millones de niños en el mundo estaban en situación de trabajo infantil; de ellos, 73 millones laboran en actividades peligrosas, que atentan con sus vidas.

Costa Rica es uno de los países donde el trabajo infantil se erradicó considerablemente, sin embargo, hacen falta esfuerzos mayores para que la meta llegue a 0% en los próximos años.

Nuestro país pasó de contabilizar 42 mil menores en condición de empleo durante 2011 a 30 mil para el periodo de 2016, lo que muestra una reducción estadística significativa.

Muchas veces, el trabajo en los chiquitos ocurre por varias situaciones; entre ellas, la baja escolaridad, las condiciones de pobreza extrema y vulnerabilidad, que son críticas dentro de una sociedad.

Pero a pesar de esas condiciones, no debemos dejar que los niños abandonen sus estudios y que puedan continuar recibiendo sus lecciones para que cuando lleguen a la vida adulta cuenten con un importante nivel de alfabetización.

No está mal que los menores ayuden a sus papás y entre todos contribuir para salir adelante, pero otra cosa es la sobreexplotación, aspecto que no debería presentarse.

Es necesario que los menores cuenten con garantías en el acceso a una educación de calidad, demás retirarlos de cualquier forma de trabajo si no cuentan con la edad mínima.

En algunas ocasiones se permite que los jóvenes de 16 años laboren para ayudar a sus familias. En este caso se recomienda a los patronos y a los padres asegurar que la salud, la seguridad y la moralidad estén protegidos.

En todo caso, si se quiere apostar por trabajos de calidad, la educación dual podría ser una alternativa para impulsar a los colegiales a que tengan conocimiento de la vida laboral, sin que sus patronos abusen de ellos y adquieran la experiencia necesaria para defenderse en la vida.

El tema preocupa porque incluye a todos los miembros de una sociedad, principalmente a las familias, donde cada una de ellas busca salir adelante a como dé lugar.

Es por esta razón que el Gobierno declaró de interés público la estrategia para erradicar el trabajo infantil, de cara a los objetivos de la Agenda 2030 en Costa Rica.

La responsabilidad y reflexión recae en todos los miembros que integran la sociedad. Cada uno es responsable de estar atento a velar por la seguridad y el bienestar de la población joven en el momento en que deben trabajar.

Los adultos tenemos el deber de velar por que los niños sean personas responsables, de bien, pero sobre todo que aprendan el valor del trabajo; debemos enseñarles que cuando quieren algo, las cosas se ganan y no caen del cielo.

Para todo hay edad y los niños deben tener su lugar.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Viernes 15 Junio, 2018

HORA: 12:00 AM