Turistear en Costa Rica. ¡Qué caro!
Editorial
Solo lea las siguientes cifras: cuatro noches y cinco días de hospedaje para una familia de dos adultos y dos niños en un hotel con comidas incluidas no cuesta menos de $1.500, que al tipo de cambio actual son ¢865 mil, plata que muy pocas personas tendrán destinada para vacacionar. Hablamos de un hospedaje de tres a cinco estrellas.
Pero hay precios más sorprendentes. En Guanacaste un hotel promedio con vista al mar, comida y bebida para la misma cantidad de miembros anda por no menos de ¢1,5 millones y hay algunos otros muy comerciales que se dieron el lujo de cobrar hasta ¢2 millones. Nada exclusivo, hablamos de las cadenas más populares de hospedaje en Costa Rica, las mismas cuyos servicios no son de lujo, las comidas son bufé y las bebidas no pasan de un par de cervezas o vinos, nada que cueste $4.000.
Aun así muchas familias hacen el esfuerzo para vacacionar, alejarse de las presiones diarias, sin embargo el comentario generalizado es “¡Qué caro sale turistear en Costa Rica! Con esa plata sale mejor viajar”.
Pues sí, para nadie es un secreto que si bien es cierto el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) hace lo propio para promocionar entre los nacionales un sinfín de destinos de playa y montaña, sale más caro que abordar un avión o como está de moda ahora tomar un crucero con todo incluido.
Pagar $1.500 o $2.000 por familia para vivir una experiencia inolvidable es tanto en comparación con un hotel en las playas ticas. No es menospreciar lo propio, es que se trata de proporción.
El turismo en nuestro país es impresionante, hay sitios paradisiacos, pero cuando estos quedan para quienes tienen la billetera abultada todo pierde sentido. No es lógico que los propios ciudadanos estén pagando ya en dólares y la misma tarifa que los extranjeros, cuando lo habitual es marcar la diferencia.
Aquí festejamos con bombos y platillos la llegada de los turistas extranjeros, pero qué triste es escuchar luego a esas mismas personas decir que Costa Rica es de los lugares más caros que han visitado.
La comida es cara, el hospedaje es costoso, los tours son también de precio elevado, ¿entonces cuál es el incentivo para conocer las bellezas de Tiquicia?
Imagine que si para un extranjero que viene preparado para vacacionar y sabe qué hará gastos superficiales es caro, ¿cómo será para los nacionales, a quienes las campañas publicitarias invitan a pasear con semejantes precios?
Está salido de tono que una bebida carbonatada cueste en un lugar como Tamarindo o Flamingo casi ¢2.000. Esos precios solo se ven en los partidos de la Sele a estadio lleno. Es el colmo que un desayuno convencional sobrepase los ¢7.000.
Pero aquí entra en juego otro factor. Si bien el sector turismo trata de sobrevivir en medio de duros episodios que registran pérdidas y cierres de estancias y restaurantes, la verdad es que ese costo no puede ni debe trasladarse al turista extranjero, menos al nacional.
La gente quiere salir de vacaciones, aprovechar la cercanía de las playas, montañas y volcanes, pero cuando eso se conjuga con costos altísimos pierde atractivo.
Tampoco es que el sector turístico tire los precios al suelo, eso jamás, pero debe considerar muchos factores cuando de calcular tarifas se trata.
Habrá también que analizar cuáles son las proyecciones de los empresarios porque puede ser que los ticos no sean su mercado y por eso los vean por encima del hombro.
Eso solo tendrá un efecto: que los costarricenses sigan gastándose el dinero de las vacaciones en destinos fuera de casa, empezando por una Nicaragua bella, accesible y más barata. O bien playas de Panamá y El Salvador, Punta Cana en República Dominicana, Cancún que está repleto de ticos o las islas del Caribe, que se abren a millones de turistas con precios que impresionan.
¡Ojo! Costa Rica tiene todo para ser grande y los primeros que deberíamos tener la posibilidad de gastar nuestro dinero en vacaciones somos los costarricenses, pero con los costos tan elevados que establecen los hoteles eso es cada vez más difícil.
