Como si se tratara de droga, donde la lucha es constante, la Fuerza Pública y otras instituciones se enfrentan desde hace tiempo contra una presunta banda internacional de tala y transporte ilegal de madera, en especial de la especie cocobolo.
El robo de esta madera es frecuente en Guanacaste, por ello las autoridades trabajan desde hace varios años en la preservación de esta especie con operativos para el cuido del medio ambiente, atención de denuncias y decomiso de árboles.
Ejemplo de ello es la captura de dos hombres de apellidos Zúñiga y Rosales en Nicoya, cuando transportaban una tuca de cocobolo. Al observar la presencia policial intentaron huir, pero la rápida acción de los oficiales hizo que quedaran detenidos en su camión.
La Fuerza Pública incautó además una pistola y un revólver que portaban los sospechosos, así como 14 municiones y 2 dosis de marihuana.
La madera, el vehículo, las armas, las municiones, la droga y los hombres fueron puestos en manos del Ministerio Público.
DANZA DE LOS MILLONES
Según la Oficina Nacional Forestal, adscrita al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), 1 pulgada de madera de cocobolo tiene un costo en el país de ¢3.763, mientras que en el extranjero ronda los $100 (¢57.000).
El cedro tiene un costo en el país de ¢657 la pulgada, el cenízaro ¢963, el guanacaste ¢954, el laurel ¢520, el pochote ¢648 y la teca ¢1.075, pero de manera ilegal se paga entre ¢5 mil y ¢7 mil. Conforme logran trasladar la madera, más elevado es el costo.
Los responsables de esta tala indiscriminada operan en horas de la noche y madrugada, utilizan sistemas de silenciadores en las motosierras, lo que evita que los dueños de fincas se percaten del robo. Utilizan camiones de cajón cerrado para colocar grandes trozas en el piso y cubrirlas con arroz, paja o abono, entre otros productos.
Al parecer el trabajo lo realizan con guías falsas, pero al empezar a ser detectados utilizan ahora el transporte de pequeñas trozas que puedan ocultar en la cajuela. Talan los árboles y trasladan la madera de a poco para luego transportarla hasta un predio en Nicoya y de ahí a Puntarenas, de donde los envían al exterior.
