Discapacidad y falta de oportunidades
Editorial
En nuestro país cerca de 525 mil personas sufren alguna discapacidad, es decir el 10,5% de la población nacional, de acuerdo con el último Censo de Población del 2011.
Datos de la Universidad de Costa Rica revelan que un 49,2% de los discapacitados carece de oportunidades para tener un ingreso digno, vivienda, un trabajo, transporte y, muy importante, acceso a perros guías, audífonos o sillas de rueda, lo que evidentemente deteriora su calidad de vida.
Por su parte el primer Estado de Situación sobre Niñez y Adolescencia con Discapacidad en Costa Rica, elaborado en 2016 por la Presidencia de la República y Unicef, encontró datos poco alentadores, la pobreza golpea al 43% de familias que tienen pequeños con discapacidad.
Las cifras nos dan un panorama más cercano a la realidad, la Encuesta Nacional de Hogares 2010 también tiene datos alarmantes, por ejemplo la tasa de pobreza absoluta entre las personas con discapacidad es alrededor del 31,5%, diez puntos más que la tasa de pobreza a nivel nacional.
En cuanto a desempleo, también golpea fuertemente a las personas con discapacidad ya que cerca del 63,7% se encuentra inactiva laboralmente, cifra que asciende al 78% en el caso de las mujeres.
A nivel de salud, el 88% de las femeninas con discapacidad nunca se ha realizado un Papanicolau.
Y para terminar de hacerla, los registros de Riteve también indican que el 59% de los buses aprueba en la primera inspección y que los rechazos por defectos en la rampa alcanzan el 3%, situación que lesiona los derechos de este sector de la población.
¿Y qué sucede con estas poblaciones, por qué tanta desprotección, a qué obedecen la falta de oportunidades? Cada año su situación es menos alentadora, los abruma la pobreza, el desempleo, la dificultad de acceso a los medios de transporte, la infraestructura inadecuada en sitios públicos y más.
A pesar de que el país ha luchado por tratar de eliminar la discriminación y la falta de oportunidades para las personas con alguna discapacidad, aún nos queda mucho por hacer.
Hay leyes y se violentan en casi 22 años; aún con la Ley 7.600 ni el Estado ni la empresa privada se han comprometido al 100% con su cumplimiento.
Para muestra un botón. Cientos de personas, desde niños hasta adultos, pese a su discapacidad no logran obtener una pensión que les ayude a mantenerse. Hay casos muy serios que llevan años esperando que la rana eche pelos en los escritorios de la Caja de Seguro Social.
También lo que ocurre en el transporte público, cuando los choferes prefieren pasar a 100 kilómetros por hora por las paradas que detenerse, bajar la rampa y ayudar al pasajero con discapacidad.
“Eso lo sanciona el ‘cheque’”, han dicho algunos para evadir su responsabilidad.
Ni qué decir de algunos taxistas que haciendo uso de una placa especial han rechazado dar el servicio a esta población, todo por el tiempo o la atención que requieren los usuarios al momento de abordar o bajarse.
Más perverso aún -y eso que hay una ley que respalda, pero ha sido irrespetada- es ver a muchas madres de familia casi que llevando al hombro a sus hijos a la escuela y ni siquiera una beca de transporte pueden pedir porque les dicen que no hay dinero, pero si el estudiante falta de forma recurrente recibe una advertencia.
Las rampas y las aceras son como un precipicio en muchos sitios, hay ayuntamientos que prefieren hacerse de la vista gorda que invertir en tales modificaciones, tal como la norma lo exige.
No dejemos por fuera las puertas de las entidades públicas y los baños, que pese a dos décadas de vigencia siguen igual, una silla de ruedas no pasa por ese espacio y tampoco hay una baranda para sujetarse.
Hablar de ascensores para el acceso a plantas superiores es como un sueño, hay quienes prefieren destinar personal de atención especial que llevar a cabo estos cambios de infraestructura.
¿Entonces de verdad conmemoramos el Día de la Persona con Discapacidad? Pues, si bien existe una ley, lo cierto es que pocos la respetan en detrimento de la calidad de vida de esa población.
Es poco razonable tal comportamiento, pues cualquiera, ¡ojo!, cualquiera podría sufrir alguna discapacidad y necesitar servicios accesibles, no porque sea un favor sino porque se trata de un derecho humano.
Cómo lidiar con la falta de oportunidades, eso es impensable en un momento que el país afronta una época complicada social, política y económicamente. Hoy por la cuota del gobierno las personas con discapacidad podrían optar por ciertos puestos y demostrar su capacitación y profesionalismo.
La empresa privada abre pocos espacios, pero debe quebrar ese esquema y sumar a sus planillas personal con alto valor. Lo decimos por experiencia propia.
El Grupo Extra se siente honrado de trabajar con personas con discapacidad. En nuestro centro de labores tenemos profesionales de la comunicación, las artes gráficas, la impresión, la locución, el periodismo, la fotografía y servicios generales en aras de lograr progreso, respeto y solidaridad a nivel país, empresarial, institucional y social.
