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Opinión

Ideología de género y otras cuestiones fantásticas

Hace varios meses, en nuestra sociedad se ha desatado una discusión mediática y política en torno de la llamada “ideología de género”. 

Algunos a favor, otros tantos en contra, las noticias, redes sociales, espacios de cafetería, esquinas de parque y aceras de barriada, han hecho eco del asunto y lo han convertido en un tema político crucial, en el contexto de una campaña política compleja, incierta y muy difusa. 

Vemos políticos, algunos vigentes y otros en desuso, debatir sobre este asunto con ahínco e insistencia y, lo más curioso, de repente empezaron a saltar las libres electorales por aquí y por allá, con lo cual candidatos y partidos que se habían mantenido al margen durante los últimos tres años, ahora aparecen en la palestra pública rasgándose las vestiduras y señalando con el dedo acusador a uno u otro bando.

Pero de todas las cosas fantásticas que se dicen y se plantean sobre este polémico tema, es que todo el mundo opina y gasta tinta -sobre todo virtual- y saliva sin aclarar exactamente qué entienden por “ideología” de género. 

El nivel de imprecisión es tan notorio que solo ese mismo hecho confirma a todos que, en efecto, se trata de un asunto ideológico, con lo cual, en el conflicto entre si es -detractores- o no es -defensores- una ideología, resulta más que evidente que los primeros llevan las de ganar. 

En efecto, preguntarnos sobre el concepto de ideología debería ser el primer paso para asumir postura en este asunto, y para ello podemos asistirnos con lo que plantea la Ciencia Política. 

Tomemos prestada la definición que nos entrega Michael Sodaro (Política y Ciencia Política. Una introducción, pág. 227), el cual sostiene que una ideología constituye un discurso que contiene: “1. una teoría sobre las relaciones entre la sociedad y el Estado; 2. una noción de los valores que deben informar la acción política (…); 3. un programa de acción que indica los objetivos, los ideales, las políticas y las actuaciones que deben seguir el Estado, las elites políticas y los ciudadanos”. 

De esta forma, un discurso es ideológico si busca impactar el rol del Estado en la constitución del bien común, según ciertos valores tomados como válidos, lo cual tiende a traducirse en políticas y programas estatales para alcanzar el estado ideal planteado. 

Está más que claro que la idea de la “ideología de género”, en tanto exprese estas características, de manera genérica inclusive, en efecto, constituye una ideología. 

Cuando los detractores de dicho discurso señalan políticas de Estado concretas, como las políticas de educación sexual integral del Ministerio de Educación, o el decreto recién promulgado por el Gobierno para erradicar la discriminación hacia la población sexualmente diversa en las instituciones públicas, es más que obvio que se configura el objeto de detracción señalado. 

Es decir, toda política pública, por antonomasia, constituye un discurso ideológico, por cuanto contiene un componente normativo que se refiere al bien común y a la participación del Estado para alcanzarlo.

De esta forma, decir que la “ideología de género” no existe y que el asunto remite a un tema propio del plano de la ciencia constituye, desde luego, una posición ideológica, por el simple hecho de negar su facticidad autoevidente. 

Está claro que en las ciencias sociales existe el área de la teoría de género, la cual, en efecto, constituye un corpus conceptual que trata de explicar y describir ese fenómeno: lo que nos hace ser a los seres humanos “hombres” y “mujeres” como constructos sociales culturalmente generados. 

Pero, como ocurre con las ciencias sociales, y los politólogos lo sabemos mejor que nadie, las teorías que desarrollamos siempre terminan “subsidiando” posiciones políticas, por lo tanto, ideológicas, en el mundo “real” de la interacción humana. ¡Y no podría ser de otra manera! 

Sostener la inexistencia de la “ideología de género” raya en el cientificismo ideológico. Otros términos igualmente problemáticos e imprecisos, como las etiquetas de “fundamentalistas”, “conservadores” o “progres”, son todos expresiones igualmente ideológicas en este debate político que se ha desatado. 

De esta forma, se puede afirmar, sin dubitaciones, que la llamada ideología de género, como convención lingüística socialmente producida y ampliamente reconocida, sí existe. 

La cuestión de fondo es si las presunciones de ese debate ideológico se acercan o alejan, y en qué grado, a las verdades que la ciencia pueda iluminar. 

O la determinación del género de un individuo es completamente independiente de su condición biológica sexual, de tal manera que un recién nacido no es “hombre” o “mujer” al momento de nacer, sino que ello depende de la “percepción” que otros tengan de él, como sostienen sus ideólogos; o bien la identidad de género de la persona humana, además de los factores culturales, también se asocian con la condición biológica de base de la persona humana, como plantean sus detractores. 

Al final del camino, esta discusión es ideológica y, en esos términos, todos podemos participar a favor o en contra de uno de los bandos. 

Pero, por favor, no caigamos en la fantasía de creer que la “ideología de género” no existe, porque eso, sin duda, es tapar el sol con un dedo… un dedo que es, a todas luces, completamente ideológico.

 

*Profesor UNED

 

PERIODISTA: César Zúñiga Ramírez*

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Lunes 04 Diciembre, 2017

HORA: 12:00 AM

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