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Opinión

¡Basta de violencia!

Editorial

Una vez más nuestro país se viste de luto porque la violencia sigue cobrándose víctimas en los hogares. En esta ocasión una mujer, madre de tres hijos, fue asesinada de manera brutal a manos de su esposo, un hombre despiadado que no reparó en torturarla porque ella no quería seguir a su lado.

Este femicidio se suma al de una joven de 19 años que también murió de dos balazos propinados por su compañero sentimental, un jefe policial que se aprovechó de su inocencia desde los 14 años. 

En ambas relaciones imperó el dominio, los celos, la violencia y todo el mundo era testigo de esos comportamientos tan atroces, pero como siempre, nadie dijo nada. El silencio fue el cómplice de esas situaciones de abuso que llevaron a estas dos mujeres a la muerte. 

La violencia contra las mujeres no se detiene. Costa Rica no es inmune a tan lamentables situaciones, pero tampoco reacciona. La sociedad parece no sentir empatía, por el contrario, se muestra apática y algunas veces hasta justifica estos hechos.

Una persona agredida no es una estadística más, detrás están hijos, madres, hermanos, y hay daños colaterales que pueden prolongarse en el tiempo. La violencia genera violencia y hay ciclos que se repiten y se perpetúan, eso ocurre en muchos hogares de este país. 

Las cifras muestran que la violencia va en aumento. Veamos las cifras de enero al 20 de noviembre de este año, 25 mujeres han muerto víctimas de femicidio. En 2016 se registraron 26 casos, en 2015 la estadística cerró en 27, para 2014 se contabilizaron 24, mientras que en 2013 fallecieron 18 mujeres por su condición de género.

Algunas personas piensan que la violencia hacia las mujeres implica solo patadas, arañazos y puñetazos, sin embargo están muy equivocadas porque además de las agresiones físicas, los tocamientos impropios, los abusos sexuales y las palabras hirientes son parte de esta ola de agravios a los que cada día se exponen las féminas, no solo en Costa Rica sino de todo el mundo. 

Es grave que las mujeres salgan con miedo a las calles, pero es aún peor que vivan con temor en sus hogares de no saber si van a despertar porque su pareja busca cualquier excusa para agredirlas. 

Como lo dice Alejandra Mora, ministra de la Condición de la Mujer y presidenta ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), “Alzamos la voz por todas las mujeres víctimas de violencia en sus casas, en la calle, en el trabajo y en los centros de formación; por las 25 mujeres víctimas de femicidio este año y por todas aquellas que han muerto a lo largo de los años víctimas del machismo; alzamos la voz por ellas y sus hijos e hijas; alzamos la voz porque en lugar de la violencia debe prevalecer la igualdad, el respeto y la libertad; porque una somos todas. Les invitamos a marchar para conmemorar las luchas, concientizar sobre el largo camino que aún nos falta y honrar a las mujeres víctimas de violencia que han perdido su vida”. 

Es imposible creer que a diario se presenta un promedio de 45 o más denuncias de delitos penados en la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres. 

Es alarmante ver que al año más de 50 mil mujeres reportan ser víctimas de violencia doméstica, pero lo peor es pensar que posiblemente las afectadas puedan llegar al doble, son aquellas que por temor no denuncian, algunas con la esperanza de que su victimario se arrepienta y cambie, otras por amor deciden callar, dando paso a situaciones peligrosas. 

Otro de los datos preocupantes con los cuales cuenta el Inamu es que aproximadamente 5 féminas sufren una violación o una tentativa de esta. El problema es que a los victimarios ya no les basta con las adultas sino que buscan saciar sus deseos lujuriosos con niñas, a las cuales les roban la inocencia y les destruyen la vida.

¡Costa Rica, despertemos! Es hora de acabar con la violencia en todas sus manifestaciones porque no es posible que sigamos viendo estos actos como algo normal; que los gritos, los golpes, los insultos y los abusos nos sean indiferentes. Nadie debe vivir con temor. 

Las mujeres tienen derecho al desarrollo pleno de sus facultades, a realizarse como profesionales, a ganarse la vida dignamente en un trabajo, a vivir en paz en sus hogares, a poner un alto a las relaciones abusivas. 

Nada debe ser víctima de agresiones, hay que romper el silencio y acabar con estos ciclos perversos, pero hay que actuar a tiempo.

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Martes 21 Noviembre, 2017

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