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Opinión

Progreso social de las mujeres en América Latina

Miguel Ángel Rodriguez

Este 9 de noviembre se presentó el Índice de Progreso Social de las Mujeres en América Latina, fruto de un proyecto colaborativo de Incae y CNN En Español.

Este tipo de alianza entre una institución superior de educación y un medio de comunicación es un magnífico ejemplo de cómo las investigaciones académicas pueden tener mayor y más rápido impacto en la vida real de las personas.

Siguiendo parcialmente la metodología avanzada para el Índice de Progreso Social, se trata de medir el nivel de satisfacción social de las mujeres con base en los productos de los que disfrutan, y no con sus costos ni con los insumos a los que tienen acceso. 

En esto se separa de la tradición de medir la situación de las mujeres en una comunidad por la brecha de género que se dé en diversas áreas al comparar los niveles que corresponden a las mujeres con los de los hombres.

En este índice se trata, más bien, de medir las condiciones en que se encuentran las mujeres y el impacto de las medidas sociales, institucionales y normativas diseñadas para mejorar su situación

La información se obtuvo con encuestas a mujeres profesionales y emprendedoras. La temática se dividió en cuatro áreas: derechos civiles, educación y academia, economía y empresas, y liderazgo público y político.

La encuesta se realizó en Bolivia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y Perú.

Mis conclusiones: el progreso alcanzado es aún muy pobre, lo que debe estimularnos a continuar la tarea. 

Hay un gran desconocimiento entre las mujeres de la legislación que en esas cuatro áreas las ayuda a evitar la discriminación, y aún es más baja la proporción de ellas que se favorece con leyes e instituciones que tienen ese objetivo.

En la mayoría de los países, el avance alcanzado en el sector público y en derechos civiles es mayor al logrado en la academia y las empresas. Este es claramente el caso en Costa Rica.

Nuestro país está en general en los primeros lugares en los diversos campos analizados, pero es especialmente dura la tarea pendiente, por la discriminación en contra de la mujer en cuanto a ingresos económicos y posiciones jerárquicas en las empresas y la academia.

Tuve el privilegio de poder colaborar con Lorena y el gran grupo de mujeres capaces y valientes de los más diversos estratos socioeconómicos y regiones que a la par de ella dieron la lucha para establecer -por primera vez en el país- una acción afirmativa: la cuota de 40% de los puestos en todos los comités y órganos del Partido Unidad Social Cristiana y en sus papeletas para elección a cualquier cargo, que como mínimo debería ser ocupada por mujeres. Fue aquella una lucha difícil en 1995 contra la cultura y los prejuicios que luego se convirtió en legislación y ha ido mejorándose hasta llegar a la condición paritaria que hoy impera.

Tuve el honor de tener dos extraordinariamente valiosas mujeres como candidatas a la vicepresidencia que fueron ejemplares en el desempeño de funciones claves del Poder Ejecutivo, se estableció en el Gobierno la Ministra de la Condición de la Mujer y en las Municipalidades oficinas para atender asuntos de las mujeres en cada cantón.

Se aprobaron y ejecutaron programas de gran valía encabezados por la primera dama para dar oportunidades de superación a las madres adolescentes, para privilegiar con gran éxito los programas de detección temprana del cáncer cérvico-uterino y de mama, se modernizó el Hospital de las Mujeres (antigua Maternidad Carit), liberamos a las mujeres de la tutela de sus maridos para poder esterilizarse, y se aprobó la Ley de Paternidad Responsable; legislación pionera mundialmente que dio a la madre el derecho de declarar fuera de matrimonio quién es el padre de su hijo, con recurso para el padre imputado que no lo acepte a someterse a un examen de ADN, y para ello se estableció el laboratorio respectivo.

Hemos avanzado en la participación de mujeres como estudiantes universitarias, pero no así en el de las posiciones académicas. Los salarios para las mujeres siguen siendo menores para iguales tareas. 

La participación femenina en la fuerza laboral es entre nosotros muy baja, incluso en comparación con las bajas tasas prevalecientes en América Latina. 

Y la participación de las mujeres en los puestos de mayor jerarquía en las empresas es muy limitada.

Para avanzar en estos campos, lo que es exigencia de la justicia y resulta en importantes avances en eficiencia económica e innovación, debemos todos colaborar en crear consciencia de sus ventajas y en hacer los cambios necesarios en nuestras esferas de competencia.

La justicia y el progreso son responsabilidad de mujeres y hombres.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 13 Noviembre, 2017

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodriguez

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