Este 21 de agosto se cumplieron 29 años de la violenta muerte de Aracely Astúa Calderón y Víctor Julio Hernández, la pareja de novios que fue víctima del “Psicópata”, un asesino en serie que sembró el terror en los cantones de Desamparados, La Unión y Curridabat, entre 1986 y 1996.
A este asesino, de quien hasta hoy se desconoce su identidad, se le atribuyen 19 víctimas entre mujeres solas y parejas de novios.
La violencia con que actuó no tiene comparación en la historia del crimen en Costa Rica, ya que a varias víctimas les cercenó los órganos sexuales, les extrajo las vísceras y las esparcía entre los cafetales o zonas solitarias donde cometía los asesinatos. Estos asesinatos indignaron a la sociedad costarricense y mantuvieron muy ocupada a la policía durante los años siguientes.
Tras 29 años de la última muerte atribuida a este criminal, el misterio persiste. El OIJ nunca logró dar con la identidad del asesino, aunque se mencionó en aquellos años que se trataría de un costarricense de unos 43 años que estuvo enrolado en la guerrilla nicaragüense y quien fue asesinado en un bar de San José, en una disputa con otro sujeto.
Muchos aseguraron en aquella oportunidad que se trataría del hijo de un millonario ligado a la política y tomaban esta versión como la causa de por qué no se conocía ni se había detenido al responsable de las muertes.
29 AÑOS DESPUÉS
Después de 29 años Juan Edwin Astúa Badilla, padre de Aracely Astúa Calderón, una de las víctimas, compartió con DIARIO EXTRA su triste historia. Según expresó, las nuevas generaciones deben reflexionar sobre uno de los más oscuros pasajes de la historia criminal de nuestro país.
En la actualidad don Juan vive en la urbanización El Cedro, en La Carpintera de La Unión. Pese a su edad y condiciones de salud, el recuerdo lo mantiene intacto y detalló el instante cuando supo de la muerte de su hija.
“Ellos andaban en una fiesta, eran como las 8 de la noche cuando el menor de mis hijos llegó a mi casa y me dijo que habían matado una pareja en la entrada de San Vicente. Yo limpiaba la nevera, me puse los zapatos y me fui en carrera. Cuando llegué estaban la Cruz Roja, la policía y el OIJ, y no dejaban pasar a nadie. Pregunté por la identidad de la pareja y los policías me dieron otra descripción de los muertos, por lo que regresé tranquilo a la casa”, recordó.
ESQUIZOFRENIA
La mañana del 22 de agosto de 1988 don Juan se dio cuenta del asesinato de su hija, cuando leyó DIARIO EXTRA.
“Ese día en el periódico apareció la información sobre la muerte de mi hija y mi yerno. Desde ese momento mi vida ha sido un calvario. A mi hija le metieron un balazo en la cabeza. Desde entonces recibo tratamiento psiquiátrico porque se me desarrolló una esquizofrenia paranoica”, explicó.
PERDÓN
Al padecimiento mental de don Juan se le suma una enfermedad estomacal atribuida a tantos años de angustia que terminaron minando su salud.
Pese a tanto dolor, expresa que su última voluntad sería conocer al “Psicópata” y perdonarlo. “Yo me lo imagino alto, grueso y de pelo lacio. Nos marcó mucho la muerte de nuestra hija, mi esposa tambien padece de esquizofrenia, todas las noches soñamos con nuestra chiquita”, manifestó.
IDENTIDAD
Astúa recordó que durante mucho tiempo decenas de policías recorrieron la zona en busca del criminal. Este padre de familia asegura que durante la vela de su hija dos muchachas se le acercaron para revelarle el nombre del asesino en serie. “Dos mujeres de San Vicente, que hoy son mayores, saben quién es el ‘Psicópata’. Cuando velamos a mi hija dos muchachas de unos 20 años pasaron por el frente de la sala de velación, me hicieron señas y me dijeron que sabían quién era el asesino, pero que no hablaban porque les aseguró que si lo hacían las mataba”, finalizó.
PERIODISTA: Gustavo Retana
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Miércoles 23 Agosto, 2017
HORA: 12:00 AM
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