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Opinión

Extravíos de la conciencia humana

Lic. Edilberto Escobar Cascante*

Este es un mundo donde todo está manipulado por el comercio, para hacerlo interesante al gusto humano y venderlo; solamente que, como bien lo hemos escrito en los temas antes abordados (“la patología del consumismo”), lo mínimo que esperamos es crear conciencia para lograr una verdadera reacción humana, con ello resurgir una conciencia nueva que nos haga entender que es necesario cambiar el rumbo de las cosas y que hay que empeñar los mejores esfuerzos para revertir los riesgos con los que la vida de los individuo vive hoy. Basta decir que nuestra Madre Naturaleza está reaccionando contra los humanos y no solo lo muestra en los lugares donde ocurren catástrofes naturales a diario. El mar, por ejemplo, está robando ya casi un quinceavo de terreno firme en todo el Globo terrestre, según el último dato del Instituto Oceánico Mundial. Los mares recuperan el espacio que la mano humana les ha quitado en muchas partes del mundo.

Uno escucha a menudo hablar a muchas personas, sobre todo a gobernantes, de: “desarrollo humano, “desarrollo sostenible y en paz con la naturaleza”, de “nuestros niños y ancianos”, de “igualdad entre los seres humanos”, de “aquel y aquel otro”, de “la necesidad de crear y mejorar el nivel de vida de la población mundial y las grandes mayoría”, de tantos términos que deberían ser importantes y creíbles, pero en otras bocas, no en las de quienes lo pregonan, porque hacen lo contrario, si se quiere, quienes lo pregonan son los menos autorizados para decirlo. Cuando se escucha, sería mejor desconfiar, porque bien se sabe de los propósitos que en el fondo esconden intereses. No resulta creíble que las potencias mundiales que más contaminan el hábitat humano, son las que más se explayan en esa retórica hueca “en favor” de la Naturaleza. 

Como dice el Dr. Funk: “es mejor pensar en contrario, porque no hay que perder de vista, que las palabras no tienen realidad en sí mismas, sino en el contexto en el que se usan y en el carácter e intereses que defienden”. En el tema de la defensa de los medios naturales, eso se ha vuelto una regla en toda la actividad humana y en todo aquello que interesa ser visto de forma correcta, por lo que realmente pierde sentido lo dicho, dado que los intereses en juego logran fácilmente adaptar a los sujetos, convencerlos y explotarlos. 

Aunque parezca mentira, que se siga dando porque todos los medios que esos mismos intereses han creado, para lograr sus objetivos, lo hacen injustificable; en estos tiempos la gente se deja embobar por los intereses económicos que han mercantilizado la explotación de los recursos naturales y sobre cuya explotación se generan fortunas que hacen perder a todos, incluidos los verdugos. La mejor de las pruebas es la contaminación que pudre las cuencas de los océanos y cuya víctima final son las fuentes y nacientes de agua de consumo humano.

Y ante eso, los sistemas educativos en boga siguen haciendo creer a la gente que todavía se aplica aquello de que todo el mundo es bueno, que lo más importantes es el “progreso”, no enseñan una convicción firme en defensa de las especies naturales, que las ansias de poder, de codicia y de egoísmo, se entremezclan en todo modo de vida y hasta se han convertido en una forma de vivir. Pierden de vista, que la conciencia humana debe verse en dos dimensiones, que no solo atañe los conflictos humanos propios e internos, sino que va más allá de eso y debe considerar lo más importante, que es la atención de los conflictos que la vida social entraña, que las ideologías y la publicidad niegan y ajustan a su conveniencia. 

El individuo forma parte del grupo y no puede entenderse fuera del tejido social, todo tiene su fin, ahí donde es casi imposible zafarse del engaño al que se somete a los individuos, en razón de que su claridad mental está asediada por tanto estímulo comercial, que la mantiene asida a una conducta consumista irracional, propia de un modelo de organización económica contrario a la necesidad humana. “No hay que cerrar los ojos a la maldad, ni a la perversidad de quienes moldearon esas formas de vida”, dice Charlotte Selver, en su libro: “La destrucción tiene manos humanas”. Aprecio que lo que ella dice no tiene discusión alguna, por la experiencia que salta a la vista en la era de la Cibernética, también tomada por los mismos intereses que han destruido la naturaleza, como bien lo describe la última Encíclica Papal. Es tiempo de una nueva conducta humana frente a la vida, una inquebrantable fe en ella que haga brotar los Principios y Valores que le dieron base a la Cultura Occidental. La conciencia humana tiene abiertos los caminos para reedificarse y romper los grilletes que la tienen cautiva. En cada hombre están presentes las posibilidades de combatir la manipulación comercial, parar las consecuencias de la maldad, la violencia y la destructividad que han traído el comercio maximizado por un Orden Económico basado en el lucro y en el avasallamiento de la voluntad humana para hacer clientes.

 

*Abogado y notario público

 

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Jueves 27 Julio, 2017

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