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Opinión

Defensa de doña Eugenia Cartín

La columna de Jaime Ordóñez

No conozco a doña Eugenia Cartín (la traductora del RREE). Jamás he cruzado una palabra con ella en mi vida. Escribo esta nota como un simple ciudadano que quiere darle pleno apoyo. Estoy indignado no sólo por el daño jurídico y moral que se le ha infligido por la empresa telefónica de marras o alguno de sus empleados que filtró la conversación (que para efectos legales la responsabilidad es la misma), sino -además- por la falta de solidaridad de muchos de sus conciudadanos costarricenses en redes sociales.

 

El asunto es muy simple. Doña Eugenia era un cliente ejerciendo sus derechos ante una empresa que reiteradamente había fallado. ¿Que ella se exasperó? Sí, desde luego, y con pleno derecho. No hubo delito alguno en sus palabras. Sólo cabreo. ¿Cuántos de los lectores no han caído en la rabia cuando una empresa falla una y otra vez y, sin embargo, sigue pasando la factura mensual? A mí me ha sucedido. Y es que una de las cosas que nos hace falta en la Costa Rica actual es firmeza y carácter para exigir nuestros derechos. Los derechos del consumidor prácticamente no existen. Somos sólo numeritos y facturas en los contratos de adhesión. Más que siervos menguados, borregos dormidos...

 

Pero doña Eugenia exigió sus derechos. Nada de lo que dijo es un delito. Oí la grabación cuidadosamente. Y lo grave, lo gravísimo del caso es que en la represalia de la empresa (filtrar la conversación) sí parece haber dos violaciones jurídicas.

 

En primer lugar, el artículo 24 de la Constitución Política de Costa Rica, ¡pues la privacidad de una conversación es inviolable! La decisión del empleado o el departamento de la empresa que sacó la llamada de su registro interno y decidió filtrarla (para efectos legales es lo mismo, como dije, pues la responsable objetiva en materia civil y penal es la empresa) es una burla descarada no sólo a la Constitución, sino, además, a uno de sus clientes y a la ciudadanía costarricense.

 

En segundo lugar, la decisión de filtrar la conversación puede configurar la existencia de delitos de injurias. Se está propalando una conversación privada (entre cliente y prestador del servicio) que le genera un daño moral y un daño a la imagen de doña Eugenia. Tiene toda la razón la señora Cartín en pensar querellar a la empresa. Coincido con don Alejandro Guzmán Stein, quien considera que la empresa, sus apoderados, gerentes y conglomerados madres deben pagar no sólo los daños morales y económicos de doña Eugenia, incluidas las costas económicas y penales de su caso, pero, además, los costos de todo el proceso de investigación, defensa y daño a la Republica de Costa Rica. 

 

Las personas de carne y hueso necesitamos recuperar la dignidad. Por eso, cuando hago una gestión ante una ventanilla y me encuentro como respuesta con la frasecita "déjeme ver cómo puedo ayudarlo", me entra a mí una ira visigoda tres veces superior a la de doña Eugenia. Mi respuesta es siempre: “Ud. no me está ayudando. Yo le pago un servicio y Ud. tiene que prestarlo", si se trata de una empresa privada. O en el caso de los funcionarios públicos, la respuesta debería ser: "Ud. no me está ayudando. Usted está haciendo su trabajo por el cual le pagamos con nuestros impuestos. Y es su obligación". 

 

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PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Lunes 24 Abril, 2017

HORA: 12:00 AM

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