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Espectáculos

Secretos femeninos

LO QUE TODO HOMBRE NO DEBE OLVIDAR

Hemos mencionado que la vida de pareja ha cambiado de manera notable en las últimas décadas. Hoy, tanto hombres como mujeres se plantean nuevos retos, nuevos sueños, nuevas expectativas, muchas de ellas de carácter sexual. Ya al hombre no le basta con saciarse sexualmente; al nuevo hombre no le basta con disfrutar él. Hoy gran parte de los varones quiere que su pareja goce plenamente la sexualidad, que su pareja anhele la relación sexual.

Hoy se considera una verdadera presea que ella quiera, que ella ansíe, que sea ella sea quien toque las puertas del amor. Hoy ese es un sueño muy masculino: que el deleite sea compartido. Sin embargo, la gran traba, el gran pero la verdadera adversidad se enfrenta cuando el varón se percata de que, a diferencia de los hombres, las mujeres tienen una sexualidad particular, propia e individual. Es decir, la sexualidad femenina responde mucho a su identidad. Lo que le gusta a una mujer le puede resultar insulso a otra, y hasta chocante y repulsivo a otras. Por lo tanto, en poco ayuda la experiencia. Un hombre podrá estar con 100 mujeres, y la siguiente será distinta desde el punto de vista sexual. Lo que enloquece sexualmente a una mujer varía de modo significativo de una a otra.

El hombre versado lo sabe. El hombre que aprende de la experiencia al estilo socrático sabe que no sabe, y como tal trata de aprender “eso” que a esta nueva pareja le agrada. Desde luego, se entenderá que es condición indispensable que ella hable, que ella se exprese, que ella lo entere sobre sus gustos y comparta sus preferencias. Una mujer que calla sus gustos es un acertijo casi imposible de resolver. La mujer tiene que guiar al hombre. La mujer tiene que enseñar al hombre sobre sus predilecciones íntimas. De no ser así, el hombre divagará sobre su cuerpo sin dejar gratificación con sus caricias. 

Un hombre puede leer que el clítoris es la zona más excitante de la mujer y puede aprender que el cuello, las orejas y la cara interna de los muslos son explosivamente candentes, pero lo que no puede saber es cómo quiere ella esa caricia: qué tan suave, qué tan firme, qué tan rápida, qué tan tenue. Una caricia muy suave puede generar molestas cosquillas, y una demasiado fuerte puede ser irritante y grosera. En ciertas áreas corporales, algunas mujeres desean caricias tenues y otras apetecen un recio contacto. Por eso, a la mujer le corresponde indicar qué “tanto es tantito” y cuál es el punto exacto de placer. La mujer debe estar dispuesta a revelar su secreto, a dar la llave que abre las puertas del deleite.

Para el hombre de hoy, que su mujer no disfrute el acto sexual es visto como un fracaso personal, como una espina en el pie, y le deja un sinsabor difícil de superar. Lo interpreta como una evidencia de que no es “un buen amante”. Por el contrario, una mujer que quiere, que pide, que anhela la intimidad es vista por él como un tributo a sus destrezas. Sin lugar a dudas, el silencio femenino en materia sexual es el enemigo que se necesita vencer. Hoy el amor requiere de una mujer que hable y de un hombre dispuesto a escuchar y a aprender.

 

PERIODISTA: Dr. Mauro Fernández

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Lunes 20 Febrero, 2017

HORA: 12:00 AM

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