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Opinión

Camino tortuoso para quienes defienden los derechos humanos

Lic. Benjamín Sevilla García*

Aquellas personas que sienten un particular compromiso con la defensa de los derechos humanos descubren en el camino que, para ser efectivos, requieren más que una filosofía de vida, precisan de la capacidad para “nadar contra corriente”. 

El simple hecho de defender la dignidad de los seres humanos posiciona a estas personas dentro del rango de minoría. La fortaleza de sus posiciones siempre va a ser sacudida y puesta a prueba por el irrespeto y la intolerancia. De ahí se puede afirmar con toda seguridad que las personas que promocionan y defienden los derechos humanos deben estar preparadas para afrontar una serie de adversidades y, a veces, hasta para poner en riesgo sus propias vidas.

Es lamentable que, en nuestro país, existan sobradas razones para afirmar que sistemáticamente se irrespetan los derechos humanos. Por una parte, como Estado se ratifica cuanto tratado en materia de Derechos Humanos surja, pero, por otra parte, como sociedad somos incapaces de tolerar y respetar las decisiones y puntos de vista de las demás personas, esto evidencia, aunque no nos agrade, una conducta de doble moral.

Se condena enérgicamente el Holocausto, por considerarlo uno de los crímenes más vergonzosos que se ha registrado en la historia de la humanidad, hasta nos sorprende cómo una sociedad civilizada pudo ser testigo y cómplice de la muerte de seis millones de judíos. Pero observamos con total normalidad el ataque despiadado, irrespetuoso y violento en contra de las mujeres.

La Ministra de Justicia en Costa Rica sabe que esto es así. Esta honorable señora ha sido víctima del odio, de amenazas y de calificativos denigrantes, tan solo por ser mujer y atreverse a creer que existe una forma diferente de tratar a las personas privadas de libertad. Las redes sociales han sido testigo de la poca voluntad que existe para el sano debate y de las terribles reacciones misóginas de aquellos que son incapaces de mostrar su hombría con respeto y buen criterio.

Censuramos la actitud pasiva de las grandes potencias ante el genocidio armenio que cobró la vida de ochocientas mil personas al finalizar la Primera Guerra Mundial, pero vemos con absoluta normalidad las conductas hostiles hacia las personas extranjeras en nuestro país. Adjudicarles calificativos por su condición de extranjeros es un pasatiempo de quienes se consideran infinitamente superiores a ellos.

El nacionalismo ucraniano fue considerado una amenaza por Stalin, por lo que se ejecutó las hambrunas letales en Ucrania que condujeron a la muerte a seis millones de personas. Eso sencillamente es inaceptable en cualquier sociedad civilizada. Pero en nuestro país, es completamente normal que el odio, la intolerancia, los juegos de poder y el terrorismo ideológico se exhiban públicamente en contra de los sindicatos, quienes defienden los derechos humanos y los intereses legítimos de las personas trabajadoras. 

En aras de reflexionar sobre el porvenir de los derechos humanos en nuestro país, sería importante recordar que fueron pequeñas diferencias, intolerancias e irrespetos, los que condujeron a las peores atrocidades que se han registrado en la historia. Aunque en lugares y tiempos distintos, estos hechos se desarrollaron también, en el seno de sociedades civilizadas.

De lo anterior se puede concluir que el respeto a la dignidad humana, la tolerancia a las manifestaciones y luchas de las minorías y el desarrollo de una cultura de paz son elementos claves para la preservación de la vida y el bien común.

En nuestro país hay espacio para todos, si no compartimos una política pública, es tiempo de proponer una mejor; si discrepamos de las luchas de algunos sectores, basta con no sumarnos a ellas; si no estamos de acuerdo con un planteamiento, podemos debatir respetuosamente y como personas civilizadas llegar a acuerdos. La violencia nunca será una alternativa…

 

*Vicepresidente de ANEP-Joven

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 23 Enero, 2017

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Lic. Benjamín Sevilla García*

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