El sistema penitenciario costarricense mantiene tras las rejas a 2.401 hombres sentenciados por delitos ligados al narcotráfico. De ellos, 1.453 sujetos no lograron superar la primaria, es decir, cuentan con un grado de escolaridad completamente bajo, y en ocasiones son analfabetos.
De acuerdo con el Sistema de Información de Administración Penitenciaria (SIAP) del Ministerio de Justicia y Paz, 948 de estas personas lograron entrar a estudiar secundaria, técnico vocacional e incluso obtuvieron un bachillerato universitario en menor número.
Sin embargo, de esa población, apenas 186 personas cuentan actualmente con un título de bachiller en educación media (el de educación secundaria).
Deiby Porras, sociólogo de la Universidad Nacional (UNA), señaló que la educación es tan solo uno de los elementos o factores con los cuales se puede analizar el fenómeno del narcotráfico.
“Efectivamente, cuando una persona no estudia, y pierde calidad de vida, es más vulnerable a buscar otros tipos de mecanismos delictivos como métodos de sobrevivencia y como modelos de vida, puedo ver el narcotráfico de esa forma, donde no necesito contar con formación académica y puedo tener una calidad de vida que quiero, quizá mucha de esa población ha sido excluida del sistema educativo”, declaró el experto.
El funcionario añadió que, en muchas oportunidades, el sistema de educación gratuito de Costa Rica no es tan inclusivo, pues en todo momento se necesitan recursos para ejercer el derecho a la educación, que muchas personas de sectores económicos bajos no podrían costearse, lo que desemboca en abandono de los procesos a edades muy cortas.
EDADES
Justicia reiteró en las estadísticas que la población más recurrida en condenas por delitos ligados al narcotráfico posee edades de entre 20 y 39 años, que representa, para la mayoría de personas, la etapa de mayor capacidad de actividades económicas.
“Se trata apenas de uno de cientos de factores por los cuales jóvenes deciden ganarse la vida de forma fácil y, lastimosamente, en muchas oportunidades este mercado del narcotráfico les permite llevar una vida sumamente lujosa, pero que siempre tiene el mismo resultado, ya sea la cárcel o la tumba”, declaró a este medio el ministro de Seguridad Gustavo Mata.
El Ministerio de Justicia y Paz ha implementado durante los últimos años una serie de programas que facilitan a muchos privados de libertad continuar con sus estudios, de manera que puedan sentirse integrados a un sistema de educación que les permita eventualmente salir de la cárcel con una nueva visión. Sin embargo, quienes aprovechan este tipo de proyectos de bachillerato en educación media son presos que no siempre salen para buscar empleo. “El tema del narcotráfico es que no se determina por estudiar o no, es un asunto cultural, socioeconómico, y muchos otros factores, el entorno en que se desarrolla una persona es muy variado, y de nada sirve tener un diploma en muchos casos, porque las necesidades familiares y personales hacen que se busquen opciones más fáciles”, puntualizó Deiby Porras, de la UNA.
