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Opinión

Maternidades amigables

Editorial

Durante años las mujeres han tenido que someterse a las más deshumanizadas prácticas obstétricas en los centros de salud de todo el país, posiblemente ninguno escapa a esa realidad, dejando no solo descontento en las pacientes sino también una alta cifra de malas praxis hasta llegar a la muerte.

Pareciera que dar a luz se convirtió en un asunto de estrés para ambas partes, la madre que se ve marginada desde el momento que cruza la puerta del hospital y el personal médico por sobradas razones se mantiene alterado, desde extensas horas de trabajo hasta problemas de actitud.

En algunos hospitales las maternidades son recintos descuidados, hacinados, con serias limitaciones para atender a las mujeres y para colmo de males con escaso personal calificado, eso suma tensión al momento más bello de las mujeres, doloroso pero hermoso. 

Se debe agregar a ello que a lo largo y ancho del país algunos funcionarios ignoran y violentan terriblemente la ley, la Guía de atención integral a las mujeres, niños y niñas en el periodo prenatal, parto y posparto, que tiene vigencia desde hace casi ocho años y además es desconocida para las mujeres porque nadie nunca les indica cuáles son sus derechos. 

Dar a luz en una buena parte de centros públicos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) es como estar en una maquila, van y vienen los bebés, las mamás, y en una buena cantidad de casos el personal médico trabaja con prácticas obsoletas, agresivas, invasivas y molestas.

Debería el sistema de salud pública analizar qué impacto tienen algunas prácticas hasta ahora ejercidas por los profesionales médicos en casos de discapacidad, pues en medio del hacinamiento, la falta de supervisión de un familiar y hasta la premura se han detectado niños con alguna discapacidad provocada en el parto.

Además enfrentarse a los expertos en la materia es casi una guerra perdida, algo así como tigre suelto contra burro amarrado, pues denunciar hechos irregulares en el trato o el procedimiento en las salas de maternidad es un proceso engorroso que nunca pasa de las contralorías de servicios sin resultados y en tiempos que cansan y desestimulan el acto.

El margen de acción de las madres durante la labor de parto en temas como compañía, posición, alimentación y demás es un sueño, pues algunos médicos creen tener santa palabra y obligan a crueles procedimientos físicos y psicológicos que hasta ponen en riesgo la vida de las mujeres y sus retoños.

Hasta hace un año y medio en Costa Rica hablar de la violencia obstétrica era un asunto poco frecuente, pues reclamar sobre el maltrato que reciben muchas mujeres en hospitales y clínicas de la CCSS era algo inaceptable, casi que debía denunciarse ante las autoridades a razón de obtener respuestas. 

Pero en lo que va del 2016 el asunto parece estar dando un giro trascendental, que favorece a la madre, al hijo y la familia, y el acto de dar a luz se convierte en un episodio agradable, que además está humanizando a los funcionarios. 

Debemos reconocer que al menos cinco hospitales se dan a la tarea de innovar en materia de partos y facilitan a las madres no solo la posición para el alumbramiento como tal, sino que las chinean con helados, masajes, música y otros antojos que por lo general tienen las mamás. 

El cambio de paradigma es de admirar, pues si bien los procedimientos médicos tienen su protocolo de cuido y cuidado, lo cierto es que al momento del parto es fundamental la tranquilidad y el confort, y no hablamos de lujos, es cuestión de derechos humanos. 

Si la madre está cómoda, menos tensa y feliz, el trabajo del personal especializado será más sencillo y con ello estamos seguros también habrá menores problemas en los bebés, pues para nadie es un secreto que en ese eterno pleito de obligar a las mujeres a pujar hasta perder el aliento hay saldos nefastos.

En buena hora hospitales como el San Rafael de Alajuela, el de Guápiles, el México en San José y el Monseñor Sanabria en Puntarenas aplican medidas para mejorar la calidad en la estancia de las madres, de seguro los resultados de satisfacción y médicos serán muchísimo mejores que en años anteriores.

La pregunta es la siguiente: ¿Qué esperan otros hospitales para comenzar a implementar medidas similares y romper con esquemas anticuados que solo alteran el curso normal del parto?

No esta demás que la Caja como encargada de supervisar los centros de salud estimule e incentive estas prácticas amigables y saludables, a fin de mejorar la atención de sus pacientes en las maternidades. 

No pueden estas acciones dejarse al antojo de quienes administran los hospitales porque podríamos estar eventualmente ante un caso de discriminación. Debe desde ya normarse y obligarse a quienes no han modificado sus procedimientos a generar tales opciones. 

Es hora de que los centros de salud también inviertan no solo en personal sino también en infraestructura y tecnología para las maternidades, pues una excelente atención al momento de nacer implica ciudadanos saludables.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Martes 16 Agosto, 2016

HORA: 12:00 AM

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