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Opinión

La democracia no es licencia para ofender

Editorial

Una cosa es externar opiniones públicamente, hacer manifiesto el descontento con protestas, marchas pacíficas, carteles, declaraciones a los medios, sobre todos los temas posibles y otra es lanzarse a la vulgaridad y el insulto infundados. 

Bien dice el dicho: “quien habla lo que quiere, oye lo que no quiere” o también “para hablar y comer pescado, hay que tener cuidado”. 

Si un grupo que representa a una parte de la sociedad civil se siente afectado por las manifestaciones o acciones de un funcionario público, en este caso lo sucedido con el diputado Mario Redondo, puede y debe externar sus alegatos sin reparo alguno, pero jamás mentarle la madre a una persona. 

Y acá no decimos que se trata solo del señor Redondo, decirle hijueputa a cualquier persona, es grave, porque si partimos del origen etimológico de esa palabra, el resultado es una ofensa indeseable, pero además extrema. 

Si esos serán los argumentos de los miembros de la Unión Médica para defenderse de las denuncias que no solo el legislador ha hecho respecto a los incentivos que recibe el gremio, con el respeto que merecen los miembros del grupo y de sus representantes, pues qué lástima nos da. 

Las grandes peleas no se dan a golpes, no se ganan con gritos e insultos, y en vez de generar una respuesta o explicación contundente y seria sobre los salarios de algunos profesionales médicos que podrían llegar a ₡20 millones mensuales, generan una reacción adversa de parte de los ciudadanos. 

Parece que insultar y levantar la voz para dar argumentos es una forma de evadir responsabilidades y cuentas. Los ataques a lo personal no son una herramienta válida cuando se trata de dilucidar e informar sobre asuntos que involucran al erario público. Si bien se están denunciando los pagos excesivos a un grupo de médicos, lo cierto es que ese dinero es público, pagado por el pueblo. 

Los dirigentes de la Unión Médica han querido justificar la contratación de vallas insultantes por más de ₡11 millones como mecanismo de defensa, pero el fin no justifica los medios y menos el espectáculo tan carente de valores que implica ver a un gremio profesional amedrentando, amenazando e insultando. 

Esos zafarranchos en la barra del público provocados por los sindicalistas no pueden llamarse libertad de expresión, debatir violentamente contra grupos u opiniones jamás merecen tal reacción. 

La democracia permite la libre expresión de ideas, pero nunca una patente para ofender a cualquier ciudadano con inmunidad o no, con credencial o no, con investidura o no. 

De hecho, ese tipo de ofensas están contempladas del Código Penal como delitos contra el honor y conllevan sanciones dictadas en los Tribunales de Justicia, esa es la consecuencia de mandarse a lo loco a mentarle la madre a la gente. 

Además, qué credibilidad pueden tener los ciudadanos de las respuestas de los médicos y demás sindicatos que intervienen en la pugna, si más que fundamentos ha habido temperamentos. 

Los usuarios de los servicios sociales de salud y quienes además lo sostienen, exigen cuentas claras pues para nadie es un secreto que la calidad de esa atención se ha desmejorado en muchos aspectos. 

Mientras tanto, salen a la luz pública usos irregulares de fondos, pagos millonarios a grupos médicos y hasta anomalías en las compras de medicamentos. 

No dudamos que hay médicos y médicas que se ganan un salario justo y trabajan horas extendidas de forma desinteresada. Sin embargo, lamentablemente también hay tagarotes que se aprovechan de la Caja, que se roban las horas de trabajo, hacen biombos y tratan mal a la gente, pues aseguran que la entidad está en crisis. No obstante, una cosa es la situación administrativa - financiera y otra la vocación por salvar vidas, atenderlas y dar amor a los enfermos, con eso se nace. 

No se vale tampoco decir que hay profesionales en los centros de salud del Estado que trabajan hasta tres días seguidos, pues eso desde toda óptica es negligente e irresponsable. Jamás la administración de esos lugares y menos el ente rector en la materia pueden permitir tal asunto, pues la vida de los pacientes corre riesgo latente. 

Los médicos y demás profesionales de la salud son personas vulnerables que pueden incurrir en errores. Pero recordemos que de por medio hay seres humanos, cuyas vidas no pueden estar en manos de gente cansada, desmotivada, alterada o no capacitada. Tampoco profesionales obligados a trabajar turnos extenuantes a cambio de llenar cuentas bancarias, como lo está justificando el mismo gremio ante las denuncias. 

Claro que cada quincena es bonito ver que el pago llega más abultado, pero a costa de qué o quiénes. 

“Lo cortés no quita lo valiente”, el respeto debe imperar siempre en tales discusiones de interés social.

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Sábado 23 Julio, 2016

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