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Opinión

Jóvenes desempleados y desalentados

Editorial

Contundentes; así son los informes de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de este 2016 al indicar que en América Latina y el Caribe se prevé que el desempleo aumente al 7%, debido al deterioro de la situación económica en la región. 

Evaluaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) destacan que en 2015 la cifra de desempleados llegó a 197,1 millones y para el año en curso calcula un alza de aproximadamente 2,3 millones para totalizar 199,4 millones.

Según el informe “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo-Tendencias 2016”, la situación parece que empeorará, pues es probable que otros 1,1 millones de personas ingresen a las filas de los desocupados en 2017.

Hace un par de años, justamente en el 2013, la OIT advirtió de tal situación que aqueja al mundo, de la cual no escapa Costa Rica, pues cada día se reducen las posibilidades de encontrar trabajo y con ello los salarios parecen no alcanzar para hacer frente a la vida diaria. 

Esta carencia de ocupación, involuntaria por supuesto, trae consigo un nuevo término, más allá de los desempleados, están los desalentados. 

El criterio engloba aquellas personas que durante tiempo prolongado han estado sin trabajo y ante la insistencia infructuosa decidieron dejar de buscar. Por ende, no son contabilizados como desempleados. 

Es complejo y hasta desconcertante pensar que además de lidiar con el crecimiento desmedido del desempleo, ahora deba hacerse frente al desaliento. 

No podría existir nada peor que saberse ajeno a todas las posibilidades de ganarse el dinero y que los propios gobiernos se vean impotentes para generar opciones y paliar así los números negros. 

Lo anterior es catastrófico y parece inevitable, las economías del orbe caminan a pasos agigantados arrollando, lamentablemente, a las naciones menos poseídas. 

Más triste aún, los más afectados con esta situación son los jóvenes trabajadores y profesionales. 

Es el juego macabro del mercado laboral. 

Lo paradójico del asunto, el cual recalca la OIT, es que los jóvenes ven limitadas sus posibilidades de insertarse a la economía activa y formalmente pues están sobrecalificados. 

Resulta contradictorio que cuanto más preparados estén los trabajadores con edades de 19 a 25 años, menos serán (de acuerdo con las estadísticas) las posibilidades de encontrar un buen empleo, pues parece que las empresas se han quedado rezagadas en estructura y operación de puestos. 

Es decir, la modernidad obliga a las generaciones recientes a capacitarse en idiomas, tecnología, economía, relaciones humanas, responsabilidad social y un sinfín de temas en boga, pero los puestos vacantes no están diseñados para estos prospectos. 

Hay un evidente desfase entre las habilidades y los niveles educativos versus la creación de puestos laborales. 

Eso es un problema que entraba el mercado y con ello contribuye enormemente al incremento de la cifra de gente sin trabajo que a poco está de ahogar al mundo. 

Es acá donde los estados entran a operar, y deben, en un esfuerzo conjunto con visión de desarrollo, fomentar las inversiones extranjeras en sus países para así generar fuentes de empleo. 

Lo recomienda la OIT: “los gobiernos tendrán que intensificar los esfuerzos dirigidos a apoyar las actividades relacionadas con las competencias y la recapacitación, a fin de abordar este tipo de desajustes que afectan a los jóvenes de manera particular”.

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Sábado 18 Junio, 2016

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