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Espectáculos

Enamorado del peligro y las llamas

Bombero voluntario no se da por vencido

  • Esteban Muñoz debe asistir regularmente a citas en el INS.

  • El día de la entrevista el bombero voluntario recibió analgésicos intravenosos porque sufría dolor.

  • El apagaincendios participó en el Festival de la Luz con motivo del homenaje que recibió el Cuerpo de Bomberos.

Las llamas y el peligro han acompañado a Esteban Muñoz durante más de 10 años; un bombero voluntario que entregó alma, cuerpo y corazón al servicio de los demás, sin embargo, un problema en la columna lo tiene fuera de su pasión pero con una seguridad de que si volviera a nacer sería un apagaincendios otra vez.

 

Por su dedicación, entrega y disciplina, el Cuerpo de Bomberos lo invitó en diciembre a desfilar en el Festival de la Luz para que participara en el homenaje que le rindieron a la benemérita institución.

 

“Fue impactante porque era mi primer año que no trabaja en el Festival de la Luz, todos los años participaba, y estaba a cargo de una o dos carrozas y esa era mi felicidad de fin de año”, detalla Muñoz, mientras recibía un medicamento para el dolor por vía intravenosa y lo entrevistamos en la sala de su casa en Aserrí.

 

Esteban narró con orgullo que fue el propio Héctor Chaves, director del Cuerpo de Bomberos, quien lo llamó y le dio la buena noticia de que estaba como invitado especial para participar en el desfile del Festival. La noticia la recibe en momentos en que tenía varios meses de no asistir a sus compañeros por el problema de salud que presentó a mediados del 2014.

 

Según este apasionado de las llamas, el último siniestro que atendió fue el del Coyol de Alajuela, donde se quemó una bodega de la zona franca. Ahí las llamas devoraron 6.400 metros cuadrados, eso fue en abril del 2014.

 

SUEÑO DESDE NIÑO

 

Un incendio que dejó sin casa a la abuela materna de Esteban fue la experiencia que lo marcó para que le creciera el deseo de pertenecer al Cuerpo de Bomberos.

 

Luego de varios años en Estados Unidos, el aserriceño regresó al país y se montó su pequeña empresa de importación de autos; con eso pudo cumplir su anhelo de convertirse en apagafuergos voluntario porque no tenía que cumplir con un horario, ni tampoco dar cuentas a algún jefe.

 

“Siempre andaba en mi carro todo el equipo y en ocasiones suspendí visitas a clientes para trasladarme a algún incendio”, recuerda con nostalgia Esteban, quien ahora pasa largas horas sentado en un sillón.

 

Desde su ingreso al benemérito su sueldo es el reconocimiento de alguna persona que se le acerca luego de ayudar en un siniestro y lo felicita por su trabajo, o bien cuando ve a los afectados recoger los artículos que lograron salvar.

 

“Mi primer incendio fue en Salitrillos de Aserrí y soy sincero, miedo no sentí, más bien diría que no dejé que me diera, porque si hubiera tenido no habría entrado. El miedo se siente después de haber terminado el trabajo, cuando se ven las escenas de cómo el fuego arrasó con las estructuras”, recalca el bombero, quien hizo un juramento ante Dios de no cobrar nunca por trabajar salvando vidas de las llamas y que él sería su proveedor para cumplirlo hasta que terminen sus días en la Tierra.

 

NO ES EL MISMO

 

Esteban no quiso entrar en detalles de la enfermedad que lo aqueja, pero confesó que cada vez que escucha las sirenas se le vienen las lágrimas porque sabe que hay un bombero menos que presta el servicio; eso le duele en el corazón, porque si no fuera por la mala salud que atraviesa, sería el primero que estaría apagando incendios, cumpliendo así su gran sueño de ayudar a otras personas. La enfermedad que padece Esteban le cambió la vida porque ya no puede estar mucho de pie, sufre mucho dolor y por eso debe usar analgésicos. “Se puede decir que tengo un 30% de la energía que tenía antes y me duele todo esto, porque no puedo estar con mis compañeros aunque sea sosteniendo una manguera”, reconoce este vecino de Aserrí, donde recibe los chineos de su mamá.

 

La fe de este apagafuegos de corazón es recuperarse con la ayuda de Dios y volverá a vestir la camiseta como bombero voluntario. Asegura que su trabajo es creer y mantener la fe mientras que a Dios le toca hacer que las cosas sucedan, aunque tenga que mover las montañas.

 

“Mi mensaje para quienes atraviesan una difícil situación es que hay que valorar la vida y la salud que es lo más importante, y nunca darse por vencido porque el que tiene la última palabra en todo es Dios”.

PERIODISTA:

CRÉDITOS: Fotos: Mauricio Aguilar y David Barrantes

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Sábado 28 Febrero, 2015

HORA: 12:00 AM

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