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Opinión

Pizarrazos

Celac y política exterior

Aunque preferiría, sin duda, no gastar tanto dinero (cerca de ¢2.000 millones para una reunión de pocos días); reconozco que la Cumbre de Celac fue importante para el país. Una cumbre que se acordó por el Gobierno anterior y que el actual ha desarrollado. El Presidente de la República nos representó dignamente y el Ministerio de Relaciones Exteriores estuvo a la altura. Costa Rica ha afianzado su relación con todos los países de la América Latina, sin caer en los excesos que pretenden distanciarnos de los Estados Unidos y Canadá.

 

Nosotros no escogemos ni podremos escoger los gobernantes de otras naciones y por tanto habremos de dialogar con todos, en el marco del respeto a la libre determinación de los pueblos. Algunos invitados nos gustan más que otros. Con algunos compartimos ideales de progreso, democracia y libertades públicas. De algunos otros dudamos de su vocación democrática y rechazamos su irrespeto a los derechos humanos. En este campo, los costarricenses no tenemos derecho de perdonar lo que no nos perdonaríamos a nosotros mismos, pero no nos corresponde imponer nuestra visión de mundo en el contexto internacional. Únicamente levantar nuestra voz y señalar los agravios y las desviaciones.

 

Si de organizaciones internacionales se trata, la Celac no debe ser prioritaria. La ONU, en primer lugar, para la construcción de la paz, la protección del ambiente y los derechos de los pueblos en nuestro mundo; la OEA para la promoción de la seguridad y la protección de los derechos humanos en nuestro continente. El SICA, La Alianza Pacífico –Chile, Perú, Colombia y México-, los acuerdos de integración y los tratados de libre comercio para lo económico.

 

Si la Celac sirve de complemento a las instancias interamericanas (OEA, OPS, BID), Iberoamericanas (incluyendo a España y Portugal), al comercio con China, Japón, Asia; y a la amistad histórica y de principios que compartimos con los Estados Unidos, Canadá y Europa; bienvenida. Los países con discursos divisorios y de confrontación en nuestra América, no deben contar con nuestra complacencia.

 

Más allá de la vitrina que nos permite la promoción del país, no espero demasiado de la Cumbre, pero no desprecio su limitado potencial. No será un “plato de habas”, pero tampoco un “plato de babas”.

 

Ni la Celac ni la Cumbre lograrán los objetivos regionales. Esa responsabilidad nos corresponde a cada país. No va a alcanzar las metas que se proclaman ni la reducción de la pobreza, puesto que el alcance y la diversidad de esa instancia, conspiran contra ello. Sin embargo, es bueno fijarse metas comunes y comprometerse a alcanzarlas, mientras no evadamos nuestra responsabilidad y los acuerdos internacionales que sí pueden ayudarnos a lograrlas.

 

Más que en una reunión u organización de gobiernos, preferiría concentrarme en la construcción de una comunidad hermanada de naciones de hombres y mujeres libres para nuestra América Latina. Una comunidad democrática, donde se respeten los derechos humanos y la libertad de expresión sin cortapisas. Mientras tanto, a falta de pan, podemos seguir con Celac.

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Sábado 31 Enero, 2015

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Rodolfo E. Piza Rocafort

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